¿Acuerdo de paz o trampa en el horizonte?

RAFAEL VILASANJUAN

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Nada relacionado con el conflicto Sirio es fácil de entender. Desde el éxodo de refugiados que ha puesto patas arriba el orden europeo, a las innumerables facciones que combaten -todas entre ellas-, o la multitud de iniciativas abiertas, hasta ahora estériles, para alcanzar acuerdos, nada en Siria es sencillo. Tampoco lo son los dos últimos anuncios que nos llegan, tan divergentes como estrechamente relacionados. Por un lado EEUU y Rusia hablan de un acuerdo para que a partir de hoy el alto el fuego sea efectivo, se abran corredores humanitarios y se inicie un nuevo proceso de negociación. Por otro, sin embargo, casi un centenar de organizaciones de ayuda han dejado de confiar en Naciones Unidas, denuncian que está controlada por el régimen y que ha renunciado a la independencia que se le supone.

Vayamos por partes. Aunque sea desde el pragmatismo y no desde la confianza, el acuerdo entre americanos y rusos sin duda es mejor que el desencuentro. Pero ¿dibuja un cambio en el horizonte? Lo que por un lado podría ser el inicio de un nuevo intento negociador choca con la realidad sobre el terreno. De momento han acordado atacar enemigos comunes y definido una estrategia que empieza por el alto el fuego, que si funciona continuará con bombardeos conjuntos contra el Estado Islámico. Hasta aquí la colaboración es clara y puede que no haya obstáculos.

El problema empieza luego, porque el otro enemigo en la lista son las guerrillas de Al Nusra, un grupo que acaba de cambiar de nombre para intentar desmarcarse de su vinculación a Al Qaeda, pero que a diferencia del Estado Islámico no controla un territorio propio y combate contra el régimen de Bashar al Asad desde el interior de las ciudades, codo a codo con muchas de las facciones rebeldes, precisamente en zonas como Alepo, donde por fin se proponen abrir corredores humanitarios.

PRINCIPALES DUDAS

Es ahí donde la estrategia embarranca, y donde surgen las principales dudas para entender este acuerdo, porque al tiempo que se anuncian pasillos seguros para llevar la ayuda a las poblaciones sitiadas, es muy difícil precisar la línea que separa a los rebeldes de Al Nusra del resto de facciones de la oposición que combaten contra el régimen. Y es ahí también donde los dos anuncios confluyen, porque si las principales organizaciones sirias de ayuda denuncian que Naciones Unidas ha tomado parte en el conflicto y está controlada por el gobierno de Bashar al Asad ¿Quién va a llevar la ayuda?

Estando tan necesitados de alguna buena noticia para fijar un horizonte a este conflicto de sufrimiento infinito, es pronto para anunciar un nuevo fracaso, pero deberíamos ser muy cautos antes de ver en el acuerdo entre las dos grandes potencias el punto de inflexión de un camino hacia la paz ¿Dónde quedan los sirios? Desde el punto de vista de los rebeldes que se levantaron contra el régimen, si el acuerdo sigue la deriva de Naciones Unidas, puede interpretarse como una nueva victoria de Bashar al Asad.

El presidente tenía un plan: radicalizar el conflicto que él mismo provocó, hasta que occidente le considerara útil para evitar un nuevo agujero negro en el mapa global. Naciones Unidas ha caído en ese engaño y perdido su legitimidad. El riesgo es que sin condiciones ni presión al régimen de Al Assad, la colaboración entre Rusia y EEUU siga la misma deriva y el acuerdo, si no se corrige, pueda acabar en trampa que aleje el horizonte de la paz y abra un camino aun mas incierto.