Al contrataque

El 9-N y el marido infiel

Un aula del IES Alexandre Satorras de Mataró, preparado para la votación del 9-N.

Un aula del IES Alexandre Satorras de Mataró, preparado para la votación del 9-N. / periodico

SÍLVIA CÓPPULO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nunca pensó Leon Festinger, psicólogo norteamericano de origen ruso, al formular en 1957 su teoría sobre la disonancia cognitiva, que casi 60 años después acudiríamos a él para entender qué se quiere cambiar de raíz al intentar enviar al banquillo de acusados a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau y ser juzgados por supuesta desobediencia al Tribunal Constitucional el 9-N del 2014. En aquella fecha, 2.300.000 personas salieron con determinación y alegría a la calle para votar en una urna de cartón sobre la independencia de Catalunya. Sonrientes, se hicieron fotografías que colgaron en su perfil de las redes sociales. Se trataba de compartir un momento positivo y simbólico para la mayoría de la población, que, con ejemplaridad, había tomado la decisión de votar, a sabiendas incluso de que su opinión no sería vinculante.

¿Qué ocurre ahora cuando un juez dictamina que los máximos responsables del Gobierno catalán pueden haber cometido con ello delitos de desobediencia y prevaricación y, podrían llegar a ser sentenciados con la inhabilitación y la cárcel? Pues que esos millones de personas se sienten mal. Se produce una incongruencia grande que genera mucha tensión íntima. Resulta muy incómodo emocionalmente por un lado, de manera rotunda y positiva, creer en el derecho a decidir, y por el otro, comprobar a la vez que el ejercicio democrático de participación ciudadana de aquel 9-N pueda ser considerado un delito grave. Eso es la disonancia cognitiva, dos hechos que entran en contradicción y generan malestar.

El Gobierno español acude a los tribunales, porque sabe que es incompatible convivir de manera simultánea con dos pensamientos contradictorios. Quiere conseguir que la población termine aceptando una mentira como verdad. Actúa así como un marido infiel. Como no puede soportar el peso de su infidelidad, acaba por creerse la mentira de que la culpa de que ande con otras es de su propia esposa, que no le presta suficiente atención o va muy a menudo a la peluquería.

EL BANQUILLO Y LA DUDA

Así, pues, ¿qué se pretende con enviar al banquillo al 'president' Mas y a sus dos 'conselleres'? Generar entre la población la duda. Que sienta que si votar sobre la independencia de cartón es delito, ¡qué no va a ser votar en un referéndum de los de verdad, de los de te vas o te quedas al más puro estilo escocés o británico!

Claro que se pueden contrarrestar esos efectos que actúan inconscientemente como bichitos que corroen la madera. ¿Cómo? Reforzando las propias convicciones democráticas. Con la información, el debate constructivo y la acción. El futuro es de aquellos que construyen el presente ladrillo a ladrillo. Solo la suma de la razón y la emoción colectiva conducen a la victoria.