Los jueves, economía

2014: ¿despegue o estancamiento?

La resistencia es admirable, y hay señales alentadoras de que se corrigen desequilibrios básicos

ANTÓN COSTAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No hay mal que cien años dure¿ ni tampoco cuerpo que lo aguante. Tarde o temprano, de esta crisis también saldremos. La cuestión es cuándo y, especialmente, cómo.

El pasado fin de semana, en la reunión anual del Cercle d'Economia en Sitges, los máximos responsables de la política económica catalana y española le pusieron fecha: en el 2013 se tocará fondo y en el 2014 veremos el repunte de la economía. Los académicos y expertos lo condicionaron a cómo se aborde el problema del sobreendeudamiento y de la falta de crédito. ElpresidentArtur Masseñaló que no había más margen para los recortes, a riesgo de cargarse el Estado del bienestar. Bienvenido sea. Por su parte, el presidenteMariano Rajoysugirió que España ya había hecho una buena parte de sus deberes y que ahora son las autoridades monetarias y económicas europeas las que tienen que hacer los suyos, según lo acordado.

EL QUE PUSO fecha al fin de la crisis fue el ministro de Economía,Luis de Guindos. Sostuvo que la economía tocará fondo este año y crecerá en la segunda mitad del 2014. Es cierto que hay señales alentadoras de que la economía está corrigiendo desequilibrios económicos básicos y mostrando una capacidad de resistencia admirable. Las exportaciones aumentan y se diversifican. La balanza comercial es positiva. El turismo aumenta. La competitividad en precios mejora. La productividad también. Los inversores vuelven a comprar deuda pública y privada. Y el empleo nos ha dado una alegría en mayo.

¿Será entonces verdad que en el 2014 saldremos del pozo? Los académicos y expertos, más que de fechas hablaron de las condiciones necesarias para que vuelva el crecimiento. Coincidieron en tres cosas. En que la política de reducción rápida del déficit ha sido un error. En que es necesario aliviar el peso de la deuda, especialmente el de la deuda privada de los bancos, y evitar que contamine a la deuda pública. Y en que es necesario un papel más beligerante del Banco Central Europeo para restaurar los canales y las condiciones de crédito a pymes y familias.

En este sentido, la economista de la Universidad de HarvardCarmen Reinhart, cubana de origen y una de las mayores especialistas en crisis financieras, entrevistada por este diario el sábado pasado recordó tres enseñanzas.

Primera. La necesidad de separar el riesgo bancario del riesgo país. Esa función la tiene que hacer la nueva unión bancaria europea, en fase de implementación. Eso, y la entrada en funcionamiento efectivo del nuevo mecanismo permanente de rescate soberano europeo (MEDE), aliviará de forma considerable la carga de la deuda pública.

Segunda. La aceptación por parte de los prestamistas de que no podrán cobrar una parte de su deuda, especialmente de la deuda bancaria. Así ha sido siempre en todas las grandes crisis de deuda. Los caminos para hacerlo fueron diversos. Pero cuando antes se haga ahora, mejor para todos. También para los prestamistas, que así estarán seguros de cobrar al menos una parte. El problema hasta ahora es que los prestamistas europeos tienen un gran poder político en la UE y se niegan a reconocer en sus balances lo que es ya una pérdida real.

Tercera. Las reformas internas, aun cuando sean necesarias para el crecimiento a largo plazo, no acostumbran a tener efectos positivos a corto. Al contrario, en ausencia de las medidas antes señaladas sobre la deuda y el crédito, pueden ser contraproducentes. Así, la reducción inmediata de las pensiones cambiaría las expectativas de los pensionistas actuales y futuros, provocando la reducción del consumo y acentuando la recesión y el paro.

LA COMISIÓN Europea no ha tenido más remedio que reconocer que la política de reducción rápida del déficit ha sido un fracaso y ha empeorado las cosas. Pero lo ha hecho de forma remolona. Ahora, a cambio de ralentizar la velocidad de reducción del déficit, exige que se vaya rápido y de forma radical en las reformas internas. Esta estrategia tiene riesgos, especialmente si por parte de las autoridades monetarias y económicas europeas no se hacen las políticas y reformas que le corresponden. De no ser así, podría ocurrir que en el 2014 toquemos fondo pero no veamos el despegue de nuestra economía. Es decir, existe el riego de que a la recesión le siga el estancamiento en vez del despegue. Como el caso de Japón en las dos últimas décadas.

¿Podemos, al menos, alimentar un poco de optimismo en que a partir de ahora se harán mejor las cosas? Vale la pena hacerlo. Porque, aunque al final las cosas no sean exactamente como deberían ser, hay que recordar lo que ha descubierto el psicólogo y premio Nobel de EconomíaDaniel Kahneman: los optimistas se equivocan más, pero les va mejor en la vida.

Catedrático de Política Económica (UB).