Los 1.001 planes

AL ALCANCE DE LA MANOEn tiempos de crisis, en las bibliotecas puedes encontrar todo lo que buscas.

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JAUME SUBIRANA

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En 'Las mil y una noches', Sherezade va explicando historias al sultán para que este le perdone la vida hasta el día siguiente, para sobrevivir. En Catalunya, a cuatro meses de las elecciones (o lo que haya en septiembre), acabamos de asistir a la presentación del Pla de Lectura de la Generalitat para los próximos cuatro años, comprometiendo acciones y dinero futuros para ganar no se sabe bien si tiempo, prestigio o un palco en el cielo de los bienintencionados.

Veníamos de la triste campaña encargada por el Ayuntamiento de Barcelona a la agencia de Risto Mejide, que las reacciones del sector, frenada por las reacciones del sector pero que contenía, por ejemplo, la propuesta de la Casa de les Lletres, y sin sentarse a hablar con nadie (todo por el sector sin el sector) el Departament de Cultura propone un paquete de medidas que son poco más que otra forma de ordenar lo que ya se hace con más dinero, sumando, claro, una campaña institucional ya en marcha que quiere incorporar al diccionario el neologismo 'llibrèfil' ('lector' o 'bibliòfil' deberían de sonar demasiado normales).

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Y vuelven las reacciones: Esteve Miralles ha apuntado que en el plan casi no se menciona la literatura catalana, Tina Vallès que se descuida las bibliotecas escolares y Oriol Izquierdo, exdirector de la Institució de les Lletres Catalanes con experiencia en planes anteriores (cada 'conseller' tiene el suyo), subraya la ausencia del Departament d’Ensenyament. Un plan de lectura sin Ensenyament viene a ser como un plan viario sin la Direcció General de Carreteres. Tampoco se ha hablado con Barcelona, aunque gran parte de las bibliotecas dependan de ella. Podríamos pensar algún neologismo para el hecho de legislar y organizar con presupuestos hipotéticos sobre cosas en las que no se tiene competencias.

En 'La lectura en España. Informe 2017' se avisa de que aún está por demostrar que haya alguna relación entre las campañas institucionales y el aumento de los índices de lectura. Y hace años, con motivo precisamente del Any del Llibre i la Lectura, Òscar Pujol ya advertía de que quizá la lectura no es un bien para todos y que la insistencia en sus beneficios enter aquellos que no muestran interés por ella tiene poco sentido. ¿Pero a quién no le gusta un cuento? Y mañana ya veremos qué pasa.