Torra y la victoria

1 de octubre de 1714

Salvo para fans de la tradición, el simulacro de proclamación, el posterior mutis del Govern, el 155 y la división del país y el soberanismo no parecen motivos de celebración

El president de la Generalitat, Quim Torra, minutos antes de su comparecencia esta mañana.

El president de la Generalitat, Quim Torra, minutos antes de su comparecencia esta mañana. / .45114921

Jordi Mercader

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El presidente Quim Torra cree que el 1-O fue una victoria Quim Torra1-Ovictoriay así pidió que fuera conmemorado. No debería extrañar, viniendo de él, uno de los creativos de la retórica historicista del 1714 para encender el ánimo del 'procés'. Pero, ¿cuál es el triunfo asociado a esta efemérides? La movilización de dos millones de ciudadanos a pesar de la represión desatada por la Policía para evitar el ejercicio del derecho de expresión. O gracias a ella, al menos en parte. De no ser por la antidemocrática estupidez de quienes ordenaron las agresiones policiales, el fracaso de la jornada habría quedado patente aquella misma noche.

Hace un año, el día amaneció decepcionante. A primera hora, la Generalitat asumió su incapacidad para sostener la celebración del referéndum prohibido al declarar el colegio universal de votantes, una decisión que sumada a la desarticulación de la sindicatura electoral, promovida por el propio Gobierno catalán para evitar males mayores a sus componentes, rebajaba la convocatoria a una espectacular repetición del proceso participativo de tres años antes. A las nueve de la mañana, todo esto dejó de importar, incluso a los observadores internacionales, porque las imágenes escandalosas de los policías zurrando a los participantes blanquearon cualquier déficit organizativo. A partir de aquí, ya nadie acertó con nada. Y hasta la fecha de hoy.

El objetivo oficial del 1-O no era provocar un domingo negro para subrayar la persistencia de tics autoritarios en el Gobierno del PP o para provocar que el Rey se retratara como adalid del orden constitucional, sino obtener un mandato vinculante para proclamar el Estado propio. No existiendo tal, ¿dónde está la victoria? El triste simulacro de proclamación, el clamoroso mutis del Govern de la desobediencia, el exagerado encarcelamiento de los dirigentes procesados, la parálisis del 155, la inestabilidad política y social, la división del país y del propio soberanismo no parecen motivos de celebración, salvo para fans de la tradición de 1714.