DE TIENDAS

Para coleccionistas patológicos

Barcelona Duck Store vende patitos de goma de todos los colores, formas y diseños. Un buen lugar donde meter la pata con las compras navideñas

tienda de patos de goma

tienda de patos de goma / periodico

Abel Cobos

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Podrían ser tus vecinos. O tus compañeros de trabajo. Incluso tus primos. Viven una vida normal, pero esconden su secreto. Nadie lo sabe. Y ni se te ocurra revelarlo: se sentirán como Nixon tras el 'Watergate'. Son los fans de los patitos de goma, coleccionistas patológicos que, como si fueran las protagonistas de 'Mujer contra mujer', prefieren ocultar su amor.

Pero ¿quién no tiene un patito de goma? ¿O conoce a alguien que tiene uno? ¿O 38? Diana -nombre ficticio-, que lleva 10 años coleccionándolos, prefiere preservar el anonimato. «No quiero que si alguien me busca en Google aparezca una noticia de patos», explica.

Empezó con 12 años, cuando The Sun publicó una histórica exclusiva: la reina Isabel II tenía en su baño un patito de goma, ¡y con corona! Se pusieron de moda y ella, que entonces estudiaba allí, compró un par. Ahora tiene ya casi 40. Ante la pregunta de si le ha costado un huevo -o 38- hacerse con su colección dice que, aunque la valora en unos 300 euros, la mayoría han sido regalos.

Los patitos de goma van más allá del guilty pleasure de unos pocos. Hay todo un mundo que gira a su alrededor. El epicentro barcelonés está en la <strong>Barcelona Duck Store</strong> (calle de la Palla, 11), un local dedicado exclusivamente a su venta.

DESDE CLONES DE MERKEL HASTA CHEWBACCA

El contraste entre la oscuridad de la calle y la luz y los colores de la tienda atrae a los viandantes como el 'botox' a Meg Ryan. Toda la gente que pasa por la puerta, entra. Sin excepción. «Muchos clientes vienen a comprar regalos. Es un detalle pequeño y desenfadado que te hace un poco más feliz», explica Conchi Ávila, la propietaria.

Es quizás una de las tiendas más fotografiadas de Barcelona. Instagram está plagada de fotos de los patitos más curiosos que venden, como por ejemplo la clon de Merkel o el Chewbacca con pico. Pero la estrella, el más vendido, es el modernista, pintado como si fuera un mosaico a lo Gaudí.

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«Tienen mucho mérito. Convierten patitos de goma en piezas de decoración», explica Marina, otra coleccionista que, además de patitos, tiene fulares, paraguas, peluches, imanes y centenares de fotos de todos los patos con los que se cruza. Acaba de descubrir la Barcelona Duck Store. «Aunque valoro mi colección en unos 100 euros, si me preguntas en un año quizás suba a 400», bromea.

Con la Navidad a la vuelta de la esquina, ten en cuenta esta tienda durante la ronda de regalos. Compres lo que compres, meterás la pata. Pero no te equivocarás.

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