ESTOY EN WASHINGTON
Kalorama: el barrio de las 'celebrities' políticas
Ivanka Trump y Michelle Obama comparten vecindario en una zona residencial donde las mansiones no bajan de los dos millones de euros
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Ricardo Mir de Francia
El barrio no tiene terrazas ni cafeterías. Tampoco hay pequeño comercio ni colmados en las esquinas. ¿Bares? Ni rastro. Ni siquiera una triste panadería. Podría tratarse de uno de los vecindarios postapocalípticos de Baltimore, pero hablamos del barrio de moda en Washington, donde el precio de las casas raramente baja de los dos millones de dólares. Según la posición de los astros, uno puede cruzarse con Michelle Obama haciendo footing, escuchar el taconeo de Ivanka Trump, ver a Jeff Bezos recogiendo en pijama su copia del Washington Post e incluso dejarse atropellar por la limusina de Rex Tillerson, el antiguo capo de Exxon y hoy secretario de Estado.
Todos ellos se han ido a vivir a Kalorama, un barrio somnoliento de mansiones relativamente discretas a 13 minutos en coche de la Casa Blanca. Situado sobre una colina, de la que se deriva su nombre griego (Vista Hermosa), Kalorama está reemplazando a Georgetown como el lugar de residencia de la élite política y económica. Aunque los inquilinos ilustres no son nuevos. Aquí vivió Ted Kennedy y Donald Rumsfeld, además de cinco presidentes, como Lyndon Johnson y Richard Nixon. "Ya estábamos acostumbrados al servicio secreto y a los helicópteros. A veces hay que dar una vuelta a la manzana porque está bloqueada la calle, pero no molesta demasiado", dice un vecino que ha salido a pasear a sus perros.
Ivanka y Jared Kushner viven al lado suyo, en una mansión de 2.500 metros cuadrados que perteneció a un hombre de negocios lituano con vínculos a uno de los líderes de la oposición en Rusia. Limusinas del servicio acordonan una de las fachadas, a solo una calle de la barricada policial que cierra el paso al tramo donde viven los Obama. Cuando se anunció que alquilaría una casa en el barrio de nueve habitaciones, más de un adepto a las teorías conspiratorias se sintió reivindicado. Y es que a unas zancadas de su residencia está la mezquita del Centro Cultural Islámico, casi pegada a las embajadas de Omán, Turquía y Guayana.
Muy cerca de ellos vivirá Tillerson, que se ha comprado una mansión de 5,6 millones de dólares, y el batería de Bruce Springsteen, Max Weinberg, la suya de 2,4 millones. Pero es Jeff Bezos, el nieto de inmigrantes gallegos y dueño de Amazon, quien se lleva la palma. Ha comprado el antiguo museo Textil, la mayor propiedad a la venta de la ciudad, por 23 millones de dólares. Si algo demuestra Kalorama es que el color político no importa. La oligarquía se va a vivir con la oligarquía, que por algo defienden los mismos intereses.
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