hotel

Mil años de historia en La Vella Farga

Un interiorismo único convierten una masía del siglo XI en un alojamiento de película en el Solsonès

Mil años de historia en el hotel La Vella Farga

Mil años de historia en el hotel La Vella Farga

Patricia Castán

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por simple y azaroso descubrimiento o por el boca a oreja de quienes están dispuestos a compartir sus más triunfales escapadas, La Vella Farga se ha convertido en apenas unos meses en una revelación entre los nuevos alojamientos de Catalunya, cosechando fans y matrículas de honor entre sus puntuadores 'online'. Con el plus de que encaja también en el solaz veraniego como en una postal invernal, en un entorno todoterreno, junto a Lladurs y a pocos kilómetros de Solsona.

Toca etiquetarlo de seudo rural, porque el hotel se asoma en medio de la naturaleza, en un limbo de calma, entre 300 hectáreas de prados y bosques de pinos y olivos. Pero será lo único rústico que se encuentre el visitante. En cuanto cruce las puertas de esta masía del siglo XI resucitada con respeto, estilo y confort hedonista, se sentirá más próximo al lujo que a lo silvestre.

ALUCINANTE INTERIORISMO

Y eso que tras su alucinante interiorismo no se esconde ningún estudio creativo de renombre. Solo una tonelada de entrega, vocación hostelera y buen gusto, fusionada por sus propietarios, Martí Angrill Vilana y Gemma Riberta. Él, perteneciente a una potente estirpe ganadera, y ella, expedagoga. Ambos, repentinos empresarios de hostelería, tras convertir en masías rurales de alquiler por días dos propiedades cercanas, y atreverse a dar el salto a la hotelería con este "sueño" en el que han invertido tres años de obras y muchos más de gestación.

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/6\/1479210149863.jpg","author":null,"footer":"Vest\u00edbulo de piedra, con cristaleras y chimenea."}}

Martí es adicto a los anticuarios y ferias, que recorre comprando piezas únicas, diferentes, que luego ha ido cosiendo como en un puzle intuitivo en cada una de las 12 habitaciones más el apartamento. La Pubilla, El Mossèn, Els Padrins, L'Hereu... estancias con alma. Las clasifican en tres categorías (nobles, románticas y dos 'top', con chimenea) que ponen en un aprieto al cliente a la hora de elegir.

LAVABOS DE IMPRESIÓN

Cada una es amplia, única y vestida para grabarse en la memoria, con lavabos de impresión y vistas que compiten con el interior. Pero sobre todo, con el mimo que despliega la pareja, los textiles que acarician, flores frescas, detalles y una decena de empleados de trato próximo.

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/0\/5\/1479210149850.jpg","author":null,"footer":"Una de las habitaciones de La Vella Farga."}}La Vella Farga es un cuatro estrellas superior que aún no ha querido la quinta para resultar más asequible (desde 155 euros sin desayuno), pero que juega la liga del lujo cálido. Sus zonas comunes al calor de la chimenea, piscina exterior climatizada de efecto 'infinity' sobre el paisaje y su agenda de experiencias (de hípica a enológica) la convierten en planazo de fin de semana, fìsicamente a hora y media de Barcelona, pero sensorialmente a años luz.

El restaurante, con producto de proximidad bien trabajado, con menús degustación, carta, buenos maridajes y desayunos apoteósicos, así como su recinto de banquetes y eventos anexa, son otras facetas de la misma propuesta, y que también fusionan piedra milenaria, maderas nobles y cristaleras para volar hasta los paisajes otoñales.