Estoy en berlín

La ciudad bajo el muro

La organización Berliner Unterwelten ofrece guías subterráneas por los túneles que permitieron a cientos de berlineses escapar de la Alemania socialista

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Carles Planas Bou

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La vida de Peter Ortelt —ese es el nombre utilizado en los reportajes de la época porque el verdadero no ha sido revelado— se partió por la mitad. Tras el alzamiento del muro de Berlín en agosto de 1961, este joven alemán quedó atrapado en el norte de la capital, bajo control francés. Sin embargo, su mujer y su bebé estaban aislados al otro lado, en el área de influencia soviética, donde solo podía verlos con un pasaporte falsificado. En una arriesgada misión para rescatarlos, Ortelt y sus compañeros se sirvieron de lo que tenían a mano para escarbar hasta 145 metros de túnel subterráneo bajo la línea enemiga conocida como «la zona de la muerte».

Como Ortelt, cientos de berlineses recurrirían al mismo método para tratar de huir de la República Democrática Alemana (RDA). Saltar por las ventanas de edificios fronterizos, globos aerostáticos e incluso salto en pértiga. Muchos alemanes trataron de sortear por arriba el armatoste de cemento que partió Berlín, pero con su constante refuerzo muchos otros optaron por sumergirse en las entrañas de la capital, por su alcantarillado o con túneles caseros.

Resiguiendo los pasos de la historia, la organización Berliner Unterwelten ofrece visitas guiadas por esta Berlín subterránea, refugio para aquellos que querían escapar de la Alemania socialista. Con la división de la capital y el cierre de fronteras del 52, los berlineses huyeron en masa. Como respuesta se erigió el muro.

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Sin embargo, en el subsuelo el sistema ferroviario seguía conectando ambos bandos. La República Federal Alemana (RFA) pagó a la RDA hasta 13 millones anuales de marcos para poder cruzar su territorio. Aunque las estaciones orientales estaban tapiadas, unos 100 trabajadores del metro y 30 soldados, según apunta el guía Frank Cyba Martínez, lograron escapar sirviéndose de esa infraestructura.

Con la mejora en los sistemas de control de la Stasi, la inteligencia del bloque oriental, los berlineses atrapados optaron por perforar la tierra. En una RDA plagada de espías, paranoia y desconfianza, la construcción de túneles de fuga era una misión casi suicida. De los 75 que se conocen, solo 19 fueron exitosos. Más de 300 ciudadanos escaparon al oeste.

El más mediático fue el del 14 de septiembre de 1962,una fuga retransmitida por la televisión estadounidense NBCque cabreó a una administraciónKennedyen plena crisis de los misiles de Cuba.

FINAL FELIZ 

La misión de Ortelt resultó frustrada. En 1964, la Stasi destapó el plan y amenazó al joven con la detención de su mujer y la adopción forzada de su hijo. La extorsión psicológica le llevó a traicionar su causa y quedó libre al prometer a la inteligencia de la RDA que trabajaría como espía. Sin embargo, al regresar a al bloque occidental acudió a la policía y en la primavera del 65 la RFA pagó a sus enemigos para que permitiesen el regreso de su familia a casa. Su historia tuvo un final feliz, pero la de muchos otros quedó sepultada bajo tierra.