'Thelma', la aterradora búsqueda del yo

La película 'Thelma' se abre con una secuencia inolvidable: un hombre y su hija avanzan por un majestuoso desierto blanco y, mientras cruzan un lago helado, observan cómo las truchas nadan bajo sus pies. Luego, al atravesar un bosque cubierto de nieve recién caída, se topan con un ciervo. El padre lentamente ase su rifle de caza y apunta, primero al venado, y luego a... ¿su hija? La pantalla se funde a negro antes de que veamos qué sucede a continuación, pero ya tenemos la inquietud metida en el cuerpo. Y de ahí no salimos.

Lo que viene después es un drama generosamente iluminado, y pese a ello muy oscuro, sobre una niña que se hace mayor y se libera sexualmente mientras trata de enfrentarse a una férrea educación religiosa durante sus primeras semanas lejos de casa. El primer año de universidad es de por sí un periodo desconcertante y vertiginoso, especialmente para una chica que parece inusualmente solitaria. ¿Y si, encima, la joven tiene poderes sobrenaturales?

El nuevo filme del noruego Joachim Trier emplea métodos propios del cine fantástico para evocar una forma de adolescencia particularmente agónica, llena de secretos familiares y situaciones desconocidas y deseos confusos. Su protagonista descubre el alcohol, la marihuana y el sabor de la carne femenina; también empieza a sufrir convulsiones y parece experimentar episodios de telequinesis accidental a causa de los que, por ejemplo, grupos de aves se arrojan como kamikazes contra las ventanas. Y a medida que aumentan los deseos más profundos e inconscientes de Thelma (aquellos cuya existencia la hace odiarse a sí misma), una fuerza profundamente inquietante se va desatando.

DESPERTAR SEXUAL

En el proceso, 'Thelma' podría interpretarse como una saga de liberación sáfica, o como una ardiente crítica del fanatismo religioso o incluso, tal vez, como otra traumática historia de origen de un superhéroe. Y posiblemente ninguna de esas lecturas sería del todo acertada ni del todo errónea.

Ha sido descrita como una variación escandinava de 'Carrie' (1976) y, pese a que la comparación no está del todo fuera de lugar (ambas películas son relatos de despertar sexual adornados de vistosos elementos de género), llegado un momento del metraje Trier deja de mantener el foco puesto en amores que florecen para plantearse otros interrogantes: ¿puede (o debe) la devoción ser incondicional? ¿qué sucede cuando alguien que ha crecido acostumbrándose a la infelicidad de repente descubre lo que es ser feliz? Contemplar cómo Thelma busca respuestas es fascinante.