TEATRO

El alzhéimer sin dramatismos

La protagonista de 'Abans que arribi l'alemany', de Marta Barceló, se propone cumplir todos sus deseos antes de quedarse sin memoria

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Imma Fernández

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El temido alemán del título es el alzhéimer, enfermedad que ha visitado ya unas cuantas veces la escena en los últimos años. Recordaremos la deliciosa 'André y Dorine', donde unas máscaras hacían reír y llorar con toda la ternura del mundo, o 'El padre', con el gran Héctor Alterio metido en el laberinto del olvido. Ahora La Seca Espai Brossa nos lleva a la antesala de la demencia con 'Abans que arribi l'alemany', de la mallorquina Marta Barceló. Un estupendo texto ganador del 2º torneo de dramaturgia de Illes Balears, experimento a lo Champions importado del festival Temporada Alta, cuya última edición en Girona y Buenos Aires ganó la propia Barceló con la obra 'Tocar mare'.

El relato de Barceló, que ya abordó la enfermedad que padeció su abuela en la más dolorosa 'Maria?', se ciñe ahora a las repercusiones en una distinguida viuda -estupenda Muntsa Alcañiz-, cuando estalla la bomba. El fatal diagnóstico. Antes de que su memoria calle para siempre, Júlia resuelve dar rienda suelta a los anhelos. Cumplir la lista de asignaturas pendientes y poner orden a una vida que se deslavazará en breve. Entrar en paz en el túnel de la desmemoria.

La autora ha huido del drama descarnado y deja asomar un "humor humanista por contraste", como bien define Alcañiz. Una delicada comicidad que surge del choque de la mujer con la mirada, intereses y reacciones del resto de los convocados. Empezando por el prepotente capellán, que se resiste a concederle el derecho a la apostasía que le reclama. A ella no le preguntaron si quería ser bautizada, razona.

Sin dramatismos, la contenida y circunspecta interpretación de Alcañiz emociona, muy bien acompañada por Pedro Mas, que se multiplica en una decena de personajes: dos hijos, el médico, el cura, un viejo amigo, un paciente, un mecánico... Joan Fullana, en una producción de la compañía En Blanc, firma una puesta de escena de exquisita y poética sencillez. Dos bancos para dejar a la imaginación los distintos espacios y una nebulosa que envuelve a la protagonista, sumida en la angustiosa certeza de que su yo se va a ir desdibujando.

A los sermones del cura se sumarán los de la familia y el entorno. Todos parecen saber mejor que ella cómo enfrentarse al temible visitante. "No quiero más consejos", clama sin aflojarse el corsé de los buenos modales en una obra que habla también del trato a las personas mayores, de la identidad, del respeto y de la dignidad.

CANTO A LA VIDA

Lejos de amedrentarse, Júlia deviene una vitalista y valiente heroína que, cuando el olvido llama a su puerta, salta a abrazar sus deseos para cerrar de la mejor manera su autobiografía. Del crucero al Caribe, para el que atravesará el mar de reparos de los hijos, al encuentro de un viejo amigo al que no pudo corresponder su amor. Un canto a la vida antes de que llegue el maldito alemán.