MUJERES AL PODER

Repóquer de damas en Mossbank Road

Sílvia Munt dirige a Clara Segura, Marta Marco y Cristina Genebat en una comedia sobre la amistad que huele a éxito

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Imma Muñoz

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Hace un par de años, en las manos del productor Josep Domènech cayó un texto que le fascinó. Contaba una historia de amistad incondicional, de la buena, protagonizada por tres chicas muy distintas que se conocían en la universidad y acababan compartiendo casa en la londinense Mossbank Road. Enseguida pensó en quién le gustaría que lo dirigiera. Y ella, Sílvia Munt, en quién le gustaría que lo protagonizara. «Iba leyendo el texto de Amelia Bullmore y las tres figuras se me iban haciendo corpóreas -explica la directora-. No podían ser otras». Tan claro lo tenía, que prefirió esperar dos años antes que renunciar a las 'Di and Viv and Rose' del título original que tenía en mente. Las agendas por fin cuadraron y desde esta semana Marta MarcoCristina Genebat Clara Segura son 'Les noies de Mossbank Road'. La espera valió la pena.

VOLVER A LOS 18

Las tres han cumplido los 40, pero no les ha sido difícil recuperar a las chicas de 18 que se comían el mundo, como las tres protagonistas. «Esa chica sigue estando en algún lugar de nosotras. Al menos, yo la llevo, aunque el cuerpo tal vez no me acompañe tanto», sonríe Genebat. Marco conoce bien la experiencia de compartir piso (vivió casi 10 años con el contratenor Xavier Sabata y la actriz y DJ Judith Farrés), no así sus compañeras de reparto, con las que sí tiene en común una amistad que les ha puesto las cosas más fáciles sobre el escenario. Di, Viv y Rose tienen una complicidad a prueba de diferencias de carácter y de golpes de la vida que había que hacer fluir, y evolucionar, por la carretera de pizarra que constituye la escenografía de la obra y en la que ellas van dejando el rastro de lo que viven y las hace crecer. Y cambiar. ¿Madurar?

«A los 18, la vida es una comedia, y a medida que te haces mayor van apareciendo los dramas», explica Segura. Por eso la obra de Bullmore recoge tan bien la cara y la cruz de toda existencia. «Es una pieza vital, casi epidérmica, pero, como te llega emocionalmente, después te hace pensar», resume Munt. «Habrá que verla más de una vez», había dicho Genebat en la presentación ante la prensa. «Espero que de esas palabras la gente no deduzca que es de arte y ensayo», decía después algo preocupada. No lo es. La profundidad del texto de Bullmore no asfixia: cala porque no se nota, porque no pesa, porque se escurre por una sonrisa o por una lágrima y se convierte luego en reflexión.

ROMPER LA MEDIA

En el escenario de La Villarroel se pone en juego, además, un repóquer de damas: una obra escrita por una mujer, dirigida por una mujer y con tres únicos personajes en escena, todos mujeres. Contando el mundo. Entero. Masculino y femenino. «En la primera línea somos todas mujeres, pero no es una obra 'de mujeres' o 'para mujeres': es una obra para todo el mundo, porque lo que explica es universal. Todos hemos sentido que el paraíso era posible, a los 18 años», dice Munt. No debería ser necesario explicarlo (no lo sería si fuera un proyecto de cinco hombres), pero estamos como estamos y ellas lo saben: femenino aún es un adjetivo reductor. Así que Genebat le quita importancia («no queremos poner el foco ahí»), mientras Marco reivindica que «ya está bien romper la media de vez en cuando». Y las dos tienen razón, porque, al final, lo importante es lo que esa mano ganadora logra: un canto a la vida y la amistad tras el que correrás a coger el teléfono. Seas hombre o mujer. Si eres, simplemente, amigo.