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'Han Solo: una historia de Star Wars', la galaxia no sería la misma sin él

El más complejo de los personajes de la saga 'Star Wars' vuelve a la pantalla con un película sobre sus orígenes. Canalla, encantador e imprescindible

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Nando Salvà

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Cuando Han Solo se presentó por primera vez al público en 'La guerra de las galaxias' (1977), lo hizo sentado en las sombras del bar más sórdido de Mos Eisley. En un lugar como ese, que Obi Wan Kenobi describió como «una miserable colmena de escoria y villanía», el piloto parecía estar como en casa. Por eso, cuando un cazarrecompensas se le acercó apuntándole con un arma y exigiendo dinero, todos sabemos exactamente quién disparó primero.

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A partir de entonces, descubrimos que Solo era un sinvergüenza, un pirata, un canalla, un cínico, hasta un criminal. Cierto: esas no son necesariamente el tipo de cualidades que solemos asociar con el heroísmo, pero aun así los espectadores se sintieron tan atraídos por él que no tardó en convertirse en el alma de 'Star Wars'. Ahora Han Solo regresa, remozado y con una nueva piel –el actor Alden Ehrenreich–, para contarnos cómo empezó todo. Desde el jueves en los cines, la precuela 'Han Solo: una historia de Star Wars' lo acompaña durante una serie de aventuras de juventud de gran importancia en su futuro como contrabandista reconvertido en el reticente héroe de la galaxia.

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El que retrataba la primera trilogía de la saga cinematográfica más célebre de todos los tiempos era un universo de 'blancos' contra 'negros' –Jedi contra Sith, Imperio contra rebeldes–, en el que un granuja con el corazón de oro como Solo estaba destinado a destacar por sus matices morales, que lo hacían más interesante que un plan secreto de la Estrella de la Muerte o cualquier truco telequinético. 

Después de todo, Han era lo más cercano a uno de nosotros que aquel mundo podía ofrecer. Tenía malos hábitos: era adicto al juego e irremediablemente proclive a involucrarse con gente poco recomendable. Las faltonas ocurrencias que salían de su boca eran como chispazos de ingenio que encendían unos diálogos –por otra parte, tendentes a la rigidez– y que demostraban su absoluta incapacidad para la diplomacia incluso para con un maestro Jedi o la princesa a la que llegaría a amar. Al menos, al principio de su periplo; asimismo, Han es un realista que cree solo en el tipo de cosas que se pueden robar, pilotar o disparar. Oír hablar de la Fuerza hace que ponga los ojos en blanco; su primera reacción ante las situaciones más graves es el chascarrillo.

NO LE IMPORTA NADA NI NADIE 

Pero lo que lo convierte en el personaje más complejo de la saga es su pronunciado arco dramático. A diferencia de Luke Skywalker, que inmediatamente adopta la Fuerza y asume la dramática urgencia de la rebelión, Han inicialmente no tiene interés alguno en combatir el Imperio. Como su apellido indica, no le importa nada ni nadie más que sí mismo. «Yo no me metí en esto por la revolución ni tampoco por ti, Princesa; espero que se me pague bien», le oímos decir a Leia en una ocasión. «Mira excelencia, a ver si dejamos las cosas claras, yo solo recibo órdenes de una sola persona: de mí», añade en otra por si no había quedado claro. 

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Afortunadamente, las acciones son mucho más elocuentes que las palabras. Al final de 'La guerra de las galaxias', vimos a Han arriesgar su vida para salvar a Luke y asestar un golpe demoledor al Imperio; y para cuando llegó el final de aquella primera trilogía, el hombre que insistía en que solo estaba ahí para llenarse los bolsillos se había despojado de su posesión más preciada, el 'Halcón Milenario', y se había mostrado dispuesto a renunciar a Leia por Luke, ignorando, por supuesto, que Leia y Luke eran hermanos.

Teniendo todo eso en cuenta, sorprende recordar que, inicialmente, George Lucas no albergaba grandes esperanzas en el potencial carismático de Solo. Tal y como lo concibió, ni siquiera tenía aspecto humano: era un alienígena sin nariz, de piel verde, cubierto de baba y con grandes branquias. Poco podía imaginar entonces que el testarudo individualismo del personaje lo haría erigirse, al menos en Estados Unidos, en un símbolo político increíblemente ambivalente; en una bandera que tanto la derecha como la izquierda podían ondear.

Los conservadores lo veían como la encarnación perfecta de la América de Reagan, que predicaba el poder del ciudadano para tomar sus propias decisiones sin interferencias del Gobierno; los liberales, por otra parte, lo veían como la personificación del escepticismo que los americanos sentían hacia sus líderes políticos tras la Guerra de Vietnam y escándalos como el Watergate. 

¿Solo habría calado tan hondo en el imaginario popular de haber tenido el aspecto de un marciano verde y no el de Harrison Ford? Es poco probable. El talento interpretativo de Ford es algo que siempre ha dado lugar al debate, pero sobre lo que no hay duda es que desde el principio demostró haber nacido para encarnar la figura del héroe reticente. En ese sentido, no es casual que los otros dos papeles más famosos de su carrera, Indiana Jones y Rick Deckard, sean variaciones del arquetipo. 

La presencia de Han Solo fue tan poderosa en 'La guerra de las galaxias', 'El Imperio contraataca' (1980) y 'El retorno del Jedi' (1983) que es inevitable considerar su ausencia como uno de los principales motivos del fracaso de las precuelas 'La amenaza fantasma' (1999), 'El ataque de los clones' (2002) y 'La venganza de los Sith' (2005). Aquellas películas tenían sus Jedis, sus princesas y sus droides, justo como la trilogía original, pero no tenían a nadie como Solo –aunque Lucas, pobre iluso, pensó que el infinitamente irritante Jar-Jar Binks podría servir de sustituto–.

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Aquellas precuelas presentaban una oposición perfectamente delineada entre la luz y la oscuridad, sin tener en cuenta que el público pedía zonas de penumbra. Por eso Han Solo ha sido siempre su preferido, y por eso su muerte en 'El despertar de la fuerza' (2015) resultó tan traumática: nadie en la galaxia iba a ser capaz de reemplazarlo. La película que se estrenará el jueves, eso sí, debería servir a los fans de alivio. Como funcione en taquilla, vamos a tener Han Solo para rato. 

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