TEATRO

'Habitat (doble penetració)': el escaparate de la existencia

Un demoledor retrato de la juventud digital en la Sala Atrium

'Hàbitat (doble penetració)' triunfa en la Sala Atrium con un demoledor retrato de la juventud digital

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Imma Fernández

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El título puede despistar, pero no se confundan. 'Hàbitat (doble penetració)' . Exhibo, luego existo. He aquí el nuevo planteamiento filosófico de los 'millennials' y la 'generación Z' (del que no se libran algunos mayores) que finiquita el principio cartesiano del “pienso, luego existo” erigido en piedra angular del racionalismo. 

A partir de textos propios y ajenos, el actor, director y dramaturgo Roger Torns (Barcelona, 1988) nos ofrece un deliberadamente disperso y fragmentado retrato de esos jóvenes abocados a exponer su biografía para sentirse parte de este mundo. Para sentirse aceptados. La experiencia -móvil en mano– pasa siempre por la mirada ajena, también para el espectador, que es invitado a tomar imágenes y colgarlas en Instagram. No hay vida más allá de la que se proyecta y comparte.

La obra, concebida como trabajo de fin de carrera y ganadora del ciclo de creación escénica DespertaLab’18, ha dado aire fresco a la cartelera desde la vitrina de la Sala Atrium. La originalidad formal es uno de sus mayores méritos, con los actores tras un plástico transparente –a modo de escaparate o pantalla- que aprovecharán, muy oportunamente, como su particular muro de lamentaciones. 

La caótica dramaturgia de vidas cruzadas está perfectamente justificada en base a la “desnarrativación general del mundo” pregonada por el pensador surcoreano Byung Chul Han. El aladid contra el capitalismo digital, autor de 'La sociedad del cansancio', ha inspirado a Torns, que dirige con muy buen ritmo e intensidad al joven elenco. 

Momentos de gran potencia y tensión salpican este colaje demoledor. En escena aparecen tres chicas (Georgina Latre, Diana Gómez y María Hernández) y dos chicos (Jaume Viñas y Rafa Delacroix), con sus 'smarphones', tabletas y ordenadores, exponiéndose cual maniquís en ese hábitat digital que nos engulle y esclaviza. Un hábitat donde los cuerpos –“yo soy mis tetas”, grita una; “la belleza no es belleza”, rapean a coro- han relegado a la imaginación, los afectos, el contacto humano, el pensamiento... 

VACÍO Y SOLEDAD

El cuadro es desesperanzador: del 'youtuber' entronizado que anuncia su suicidio en directo (estupendo Viñas), a las jóvenes incapaces de relacionarse o la soledad del 'coworking'. ¿A dónde lleva esta obscena exhibición y el consumo tecnológicos? Asistimos al recorrido narcisista hacia la nada que conduce a la depresión y el nerviosismo, al vacío, la incomunicación, las líbidos insatisfechas por la omnipresente pornografía, la dependencia, la apatía sedentaria... 

Seres perdidos sin tronco ni raíces que reclaman atención. “No sé quién eres. Y yo tampoco”, resuelve lapidario uno de los personajes de un montaje que atrapa, también a la parroquia más joven, con una necesaria denuncia de esta locura exhibicionista.