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'La cámara de Claire', el poder de la mirada ajena

La película del director coreano Hong Sangsoo es una reflexión liviana y juguetona sobre la capacidad reparadora del arte

Crítica de la película 'La cámara de Claire'

Crítica de la película 'La cámara de Claire' / periodico

Nando Salvà

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Pocos cineastas tienen un estilo tan distintivo como Hong Sangsoo. Todas sus ficciones plantean asuntos y preocupaciones similares, y dialogan las unas con las otras para formar una de las filmografías más coherentes que existen. A causa de esa consistencia, eso sí, el coreano a menudo es acusado de hacer la misma película una y otra vez. Es útil tener todo eso en cuenta a la hora de hablar de la que hoy estrena en España.

'La cámara de Claire' está protagonizada por Isabelle Huppert en la piel de una vivaz profesora de música de visita en el Festival de Cannes -la película fue rodada en el 2016 durante el transcurso de la prestigiosa cita cinematográfica-. Durante uno de los paseos por los rincones menos transitados de la ciudad que dedica a tomar Polaroids conoce a Mahnee, una agente de ventas que acaba de ser despedida tras acostarse con un cineasta involucrado sentimentalmente con la que solía ser su jefa, y ambas mujeres congenian de inmediato. Paralelamente, Claire también conoce por casualidad tanto al cineasta como a la exjefa.

Lo que sucede después es una sucesión de interacciones en las que la profesora funciona como motor narrativo o -como sugiere su gabardina- a la manera de una detective, o incluso más bien como una fuerza metafísica.

DIÁLOGOS DE AIRE IMPROVISADO

La película misma derrocha la ligereza y la espontaneidad propias de un encuentro casual y se muestra satisfecha con limitarse a sugerir temas -la fidelidad, los celos y el ego masculino, los caprichos de la creación artística- en lugar de explorarlos. En ese sentido, lo que le otorga su increíble encanto son el aire improvisado de sus diálogos, la cautivadora química entre los actores y la agudeza observacional de un director capaz de detectar las sutilezas de cada diálogo y las más ambiguas dinámicas de poder que tienen lugar en el curso de una conversación.

Poco a poco, las fotos de Claire se van revelando como algo parecido a un espejo mágico capaz de reorientar, siquiera mínimamente, las vidas de quienes se ponen ante ella. Y, así, la película da la razón a Susan Sontag, que en su día dijo que el mero hecho de observar a otras personas hace que estas experimenten una transformación.

"El único modo de cambiar las cosas es contemplarlas otra vez muy lentamente", asegura Claire en una escena, y eso mismo también es lo que parece sugerirnos con cada nueva película el propio Hong, un director único para quien la repetición es, ante todo, una forma de renovación. 

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