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'Un lugar tranquilo': silencio, o estás muerto

La nueva película como director del actor John Krasinski retrata un mundo invadido por monstruos para meditar sobre los desafíos de la paternidad

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Nando Salvà

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Las películas de terror a menudo juegan con el contraste entre el silencio y el estruendo, lo uno pisándose con lo otro para hacernos saltar de la butaca. 'Un lugar tranquilo' lleva esa estrategia al extremo, y los niveles de ansiedad que nos genera, haciéndonos temer cómo y cuándo ese mutismo será de repente hecho añicos, resultan especialmente notables considerando qué absurdos e inexplicables son los horrores que azotan a sus protagonistas.

En concreto, una raza de monstruos alienígenas ha invadido el planeta y aniquilado a gran parte de la humanidad. En ningún momento se nos cuenta cómo llegaron o por qué, solo sabemos lo que Lee y Evelyn Abbott (John Krasinski y Emily Blunt) y sus niños saben: que las criaturas son ciegas pero poseen un oído extraordinario, y que, por lo tanto, cualquier sonido mayor que un susurro o una palmadita provocará muertes. Por eso los miembros de la familia no solo se mueven como 'ninjas' sino que también se comunican usando el lenguaje de signos, aunque ya lo hacían antes de la invasión: la hija mayor es sorda.

Con solo 90 minutos de metraje, 'Un lugar tranquilo' avanza enérgica pero también paciente, posponiendo lo más posible el momento de mostrarnos a las bestias. Entretanto observa cómo los Abbott sobreviven a diario según reglas que van aprendiendo sobre la marcha, y mientras lo hace nos mantiene en permanente estado de alerta. En el proceso, el silencio que ha caído sobre este hogar funciona como una expresión de la pena y la culpa compartidas por unas personas que no encuentran las palabras para expresar su dolor. Y la película nos permite empatizar hasta tal punto con sus circunstancias que reímos, lloramos y gritamos junto a ellos, y nos agarramos a la esperanza de que saldrán vivos de esta.

PATERNIDAD Y SUS DIFICULTADES 

Habrá quien señale los problemas de lógica de la película −¿cómo han logrado los Abbott sobrevivir a estornudos, ronquidos y gases?− ; otros negarán con la cabeza cuando, al principio del relato, se nos revela que Evelyn está embarazada porque, ¿quién en su sano juicio traería a un mundo así a un bebé, con lo mucho que lloran? Pero es que justo de eso va esta historia: de las decisiones dolorosas, los miedos insoportables y las dificultades imposibles que ser padre o madre conlleva. En ese sentido vale la pena recordar que Krasinski y Blunt están casados y tienen dos niños en la vida real, y que aquí dan vida a progenitores que intentan proteger a sus hijos de una amenaza que los acecha día y noche, atenta a la más mínima señal de su presencia. Son monstruos del espacio, pero podrían ser paparazzi.

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