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'Isla de perros': oda al mejor amigo del hombre

La nueva película de Wes Anderson es un maravilloso homenaje animado a la cultura japonesa, y sobre todo, a los cánidos

Nando Salvà

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Japón, dentro de 20 años. Con el fin de contener la epidemia de fiebre de la que ha sido afectada la población canina en su totalidad, las autoridades han desterrado a todos los perros a Isla Basura, un sombrío territorio sembrado de desechos tóxicos, fábricas abandonadas y enormes montones de basura en el que la comida escasea y las enfermedades se propagan sin freno. Que la aparente crueldad de esta premisa no engañe a nadie: lo que hay tras ella es pura propaganda en pro de los mejores amigos del hombre, hilarante y llena de ingenio y absolutamente conmovedora

'Isla de perros', que el próximo viernes llega a España, es el regreso del maestro Wes Anderson a la 'stop-motion' después de 'Fantástico Sr. Fox' (2009) –hasta la fecha, su gran obra maestra–, y la confirmación de que esa técnica de animación parece haber sido inventada para él: estar exento de trabajar con actores de carne y hueso y escenarios reales le permite satisfacer con eficacia óptima su proclividad cada vez mayor a las composiciones precisas, los diseños de producción exuberantes y los movimientos de cámara intrépidos.También, como todo el cine del tejano, es una máquina expendedora de gags matizados por una embriagadora melancolía y, por último, posiblemente su obra más lograda a nivel técnico y visual, una colección del tipo de imágenes que uno querría enmarcar y colgar en la pared del salón.

DENUNCIA POLÍTICA 

Mientras se mueve adelante y atrás entre paisajes urbanos 'noir' y vertederos remotos, y entre tiempos feudales y un distópico mañana, la película en todo momento mantiene el foco puesto en la historia relativamente simple de un niño que trata de encontrar a su perro y de los cinco chuchos que acceden a ayudarlo, y de la revolución social que esa odisea pone en marcha. Usándola como vehículo, habla de un mundo azotado por el autoritarismo y por gobiernos corruptos que abusan de los marginados y los indefensos. Cuando la denuncia política penetra hasta en un universo tan herméticamente sellado como el cine de Wes Anderson es que las cosas están realmente mal.

En todo caso, 'Isla de perros' es una obra proverbial de su autor en tanto que toma esos temas adultos y los trasplanta a un terreno mítico, un Japón de cuento de hadas hecho de referencias a las peleas de sumo y al teatro 'kabuki' y la preparación del 'sushi' y a los tambores 'taiko'. Es un retrato repleto de clichés, sí, pero tan afectuoso que parece imposible que, viendo la película, alguien pueda sentirse ofendido. Si eres más de 'gatetes', eso sí, quizás prefieras pasar la tarde viendo vídeos de YouTube. 

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