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'Amante por un día': el amor, por llamarlo de algún modo

Philippe Garrel, leyenda viva del cine francés, vuelve a meditar sobre la infidelidad, los celos y otros asuntos sentimentales universales

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Nando Salvà

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Una joven, Jeanne, llora desconsolada en un callejón nocturno. Acaba de ser abandonada por su novio y echada a patadas del apartamento que compartían en París. Buscando refugio en el apartamento de su padre, Gilles, lo descubre viviendo con una nueva novia, Ariane, que tiene más o menos la misma edad que Jeanne. Ambas jóvenes se hacen amigas rápidamente, pero con el triángulo sentimental resultará ser insostenible. Y mientras relata ese proceso con deslumbrante concisión, 'Amante por un día' se va revelando como una oda agridulce y embriagadora a todos los amantes lastrados por diferencias dolorosas e irreconciliables.

MUESTRARIO DE CONTRASTES

En su nueva película, dicho de otro modo, el maestro Philippe Garrel —heredero aventajado de la Nouvelle Vague— ofrece una nueva variación de sus asuntos favoritos: el deseo y la traición amorosa que suceden entre intelectuales y bohemios capturados en blanco y negro mientras fuman en cafés y apartamentos y elucubran sobre la imposibilidad de la monogamia o los beneficios de la soltería. Entretanto, la película funciona como un muestrario de contrastes: entre la fidelidad a la pareja y la lealtad a uno mismo, entre el optimismo de juventud y la cerebral madurez; entre el deseo sexual incontrolable y el compromiso conyugal a largo plazo.

Los detractores de Garrel opinan que el francés siempre hace la misma película; sus defensores replican que, precisamente, de eso se trata: el placer que su cine proporciona está en las sutiles variaciones entre historia e historia. Esta última es una de las más sencillas que nunca ha contado, asombrosa por su claridad y su frontal emotividad. Bajo su precisa mirada, un plano de tres personajes sentados alrededor de la mesa de la cocina funciona como un exhaustivo estudio de las relaciones y la condición humanas.

En todo caso, ‘Amante por un día’ ofrece una diferencia sustanciosa respecto al trabajo reciente del director. En lugar de contar con su hijo Louis —que protagonizó o narró sus cinco películas inmediatamente anteriores— aquí pone en el centro a la actriz Esther Garrel, su hija, para sumergirse en las emociones de las mujeres como pocas veces lo hizo antes en su carrera: el anhelo por vivir aventuras en el seno de una relación monógama, el orgullo herido tras una ruptura y el miedo a la soledad son dilemas que esta película trata de forma discreta y sensible, sin moralismos ni paternalismos, y reconociendo cuan misteriosos y contradictorios nos volvemos cuando la pasión reina.

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