La galería Blueproject se tiñe de azul

Cuando Vanessa Salvi abrió en septiembre del 2013 la galería Blueproject Foundation (Princesa, 57), decidió homenajear a su padre. Así que no dudó en programar una muestra en azul. El color que fascinaba a su progenitor -afirmaba que le traía suerte- y el color que ha fascinado a muchos artistas. Yves Klein, sin ir más lejos, patentó un tono de azul, el conocido como International Klein Blue (azul Klein, para los amigos), y afirmaba que "el azul es lo invisible haciéndose visible". Vasili Kandinski también se apuntó al tema sosteniendo que el susodicho color "llama al hombre a lo infinito y despierta en él anhelo de lo puro", mientras que Goethe apuntaba que el azul "es, como quien dice, una preciosa nada".

Así las cosas, Salvi optó por inaugurar con la exposición 'Blue. Homenaje al invisible'. En la que todas las piezas eran azules. O el azul era el color que mandaba. 

Expuso 10 obras, algunas de las cuales habían pertenecido a su padre, que no era artista pero sí le apasionaba la creación, y que Salvi pidió prestadas a los coleccionistas privados que las custodiaban por entonces. No eran poca cosa. Todo lo contario. Ahí estaban Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Lucio Fontana, Jörg Immendorff, Howard Hodgkin, Yves Klein, A. R. Penck y Mark Tansey.

Ahora las ha vuelto a solicitar en préstamo para celebrar el quinto aniversario de la galería. Todas repiten, y además se ha añadido una decimoprimera, también en azul, que lleva la firma de Daniel Buren. Las piezas son las mismas, pero el título es nuevo: 'Still blue'. 

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OBSERVACIÓN DETENIDA 

El nombre tiene toda la intención del mundo. 'Still life' es como los ingleses se refieren a las naturalezas muertas o bodegones, un concepto propio de la tradición histórica completamente superado por las vanguardias. 'Stillness' (quietud) es sinónimo, en la Blueproject, de la calma que provoca la observación del color azul, que en la galería aumenta por el tono gris de las paredes (siempre, el blanco lo consideran demasiado invasivo). Y por último 'still' (todavía), como el hecho de permanecer, de resistir, de reafirmarse... válido tanto para el proyecto artístico de Salvi como para su pasión por el color azul.

Decidirse por una de las 11 piezas expuestas: nueve pinturas, una escultura clásica y otra realizada con fibra óptica, no es que sea difícil, es que es imposible. Todas reclaman la atención, y cuanto más se miran, más hipnotizado queda uno. Pero a Mark Tansey hay que dedicarle un rato. Sí o sí. Para empezar, el pintor californiano es raro de ver por estos lares, su obra se prodiga poco en Europa y menos en España, pero es que, además, absorbe y engaña a la percepción. Lo que aparentemente es una arquitectura en azul es en realidad un paisaje lleno de simbolismos y detalles: con gaviotas que vuelan y hombres de cabeza para abajo ('Pit and pile') y lo que parece representar la captura del viento, 'Study for interception', esconde, según como se observe, el cuerpo de una mujer. No en vano, a Tansey le gusta procalamar: «No soy un pintor realista».

Frente a Tansey luce la producción de Fontana menos conocida. Un cuadro en el que existe su concepto espacial, cómo no, y la tela está agujereada (no cortada), pero lo sorprendente es el paisaje-marco que lo envuelve. La pieza forma parte de la serie 'Teatrino' que el artista produjo en los años 60. También hay concepto espacial en 'Breakwater', de Hodgkin, pero aquí la idea se basa en sobrepasar los límites de la tela. Y aunque parezca una 'action painting', nada tiene que ver con esta práctica, pues el inglés invertía mucho tiempo en cada cuadro siguiendo su máxima de que acercarse a la pintura era algo muy serio. 

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Más pintura, también en azul y también de observación detenida, es lo que propone Immendorff con su obra 'Untitled'. Ahí va un dato: pese a su preciosismo, la pintó con la mano derecha (era zurdo), cuando se encontraba a las puertas de la muerte y postrado en una silla de ruedas. En ella puede verse la 'Melancolía' de Durero cara a cara con un chimpancé que es el autorretrato del propio Immendorff que deja caer al suelo imágenes de una bailarina, el perfil de un soldado del Tercer Reich, un mapa de Uzbekistán y un retrato de Gunter Grass. Todo relacionado con la torturada existencial del pintor alemán.  

UNA PEQUEÑA HISTORIA 

Hay más piezas, dos obras de Andy Warhol, una con la Estatua de la Libertad y otra con la imagen de Mickey Mouse, que lucen en la misma pared que un inmenso trabajo de Basquiat. Una obra más calmada que las que solía hacer el artista de Brooklyn. Posiblemente porque la pintó un año después de la muerte de su amigo Warhol y el mismo año de su propio fallecimiento. "Probablemente tenía menos energía interior y más reflexión interior", señala Renato della Poeta, comisario de la exposición junto con Pedro Torres y Cristina López Morcuende. 

El resto es una Venus (azul, por supuesto), la pieza 'Irrationale welt' de Penk y la novedad de esta exposición respecto a la de hace un lustro: 'Optical fiber. White and blue. Situated work' , de Daniel Buren, una tela de fibra óptica que a través de la luz dibuja sus reconocidas rayas de color. Lo suyo es sumergirse en la exposición y disfrutar de una pequeña historia del arte escrita en azul.