CONCIERTO

Iván Ferreiro enseña su casa (real y emocional)

Recorremos con el músico gallego más escuchado en Spotify las habitaciones de su hogar. Presenta 'Casa' en el Auditori

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Núria Martorell

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La brújula la señala tan insistentemente que la propuesta es inevitable (y él la acepta encantado): Iván Ferreiro nos describe su casa (física y emocional). «Desde aquí, desde mi casa», empieza la letra de 'Turnedo', la canción más escuchada de un músico gallego (pertenece al primer disco que publicó tras Los Piratas).

«Vuelvo a casa/ en la zozobra de mi corazón/ viviendo mundos/ en las fronteras de la realidad», canta en 'Casa, ahora vivo aquí' (la pieza que inspiró el título de su último álbum). Ferreiro ha visto la luz (literalmente) en esta CASA que tiene desde hace diez años en Gondomar, «una de las diez parroquias» de Val Miñor, explica el autor del tema principal de la serie 'FariñaFariña' (su primera pieza en gallego y en la que colaboran su hermano Amaro y los 'lesbianos' Santi Balmes y Juli Saldarriaga).

CIMIENTOS SÓLIDOS Y LA PUERTA, SIN LLAVE. «Mis cimientos son las personas que me quieren. Al fin y al cabo, uno es quien le quiere; quien le ha formado: padres, familia, amigos. Me gusta recibir a gente en casa, así que la puerta nunca tiene la llave echada. Es la misma puerta la que me lleva al mundo».

EL RECIBIDOR Y LA COCINA, LA HABITACIÓN PRINCIPAL. «Al entrar en casa te encuentras, a nivel físico, con un póster de '2001: Una odisea en el espacio', y con una invitación a ponerte cómodo, tomar algo y charlar, a hablar de todo, menos de fútbol. Bueno, mis hijos son muy aficionados y al final acabo condenado a verlo, eso sí.

¿La habitación principal? La cocina, sin lugar a dudas. Está en medio de la casa y es donde me relaciono: ahí no solo cocino y comemos, sino que da pie a tener esa sobremesa que llega con la intimidad».

ACCIÓN-REACCIÓN EN EL SALÓN. «En mi salón es donde pasan muchas cosas: recibo información, está la tele, mi tocadiscos, mis compactos, mis cómics, un piano, dos guitarras, una impresora...Tiene una doble función: cuando llego después de tocar, ahí descargo y cargo emociones. Me gusta cuando vienen mi hermano Amaro y otro músico, mi amigo Nicolás Pastoriza»,

ESTUDIO Y ZONA DE JUEGOS EN EL SEMISÓTANO. «Ahí guardo desde el órgano que me regalaron mis padres a los 12 años hasta mi primer sinte (me lo compré con 15), mi primer ocho pistas, los instrumentos, casetes, maquetas, el álbum que hacía mi madre con noticias mías, cables, pedales... ¡y qué sonoridad aporta al estudio!».

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«MI TECHO ESTÁ EN EL SUELO». «De lo que esperaba a conseguir a lo que tengo, ya se me ha ido de madre la cosa. Es maravilloso y también un descontrol: te deja en plan: ¿y ahora qué hago? Mi casa no tiene tejado, el techo es plano con unas piedrecitas que drenan el agua gallega. Siempre he pensado que el techo es el cielo: Pablo Novoa me regaló un telescopio con el que viajo al espacio exterior, a millones de años luz».

CIENCIA FICCIÓN EN EL DORMITORIO. «Tengo varios dormitorios: el que es mío y de mi chica, Noa; y  uno para cada hijo [de 17 y 15 años], que a veces ocupan ellos o los múltiples amigos que vienen a visitarnos. En todos hay pósteres de películas de ciencia ficción(en realidad, en toda la casa). Mi cama esta coronada por uno de 'Solaris', del estreno en Polonia que compré por internet, mi hijo Andrés tiene el de 'Interestellar', y Lucas, uno precioso, una especie de plano de las naves del Imperio de 'Star Wars'.

INSULTOS ANTE EL ESPEJO. «Cuando me miro en un espejo es para decirme que soy gilipollas. Los uso solo para ver cómo salgo de casa y si hablo con ellos es cuando estoy enfadado conmigo. Pasa más a menudo de lo que me gustaría».

LA METÁFORA DE LAS FLORES AZULES. «La terraza es una zona importante: nos comunica con la naturaleza y con el buen tiempo puedo sentarme ahí a las cinco de la tarde y no levantarme hasta las siete de la mañana, con una buena botella de vino y las personas adecuadas. Puede ser una máquina del tiempo. Tengo un pequeño huerto, una higuera que no me da higos, un peral de frutos pequeños, un árbol de limas que si no las cojo a tiempo se vuelven limones, dos olivos, un carballo (roble típico gallego), que veo desde la ventana y, sobre todo, una jacaranda. Durante mucho tiempo parecía un tirachinas, no tenía hojas ni nada. Pero al tercer año despertó, sacó una hojita verde y luego, sus maravillosas flores azules». 

Metáfora de la vida misma.