CONCIERTO

El Drogas, chute de honestidad

El ex-Barricada, todo un animal del escenario, recala el viernes en Razzmatazz 2

MARTA CERVERA

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Enrique Villarreal (Pamplona, 1959), conocido como <strong>El Drogas</strong>, vuelve con su banda tras el apoteósico concierto que ofició en su tierra el 2 de julio, en tres escenarios y con 19 invitados. El ex-Barricada ha recuperado el pulso de la realidad. Pero promete seguir dando guerra. «Durante dos horas, el único protagonista será un grupo de punk macarra. No habrá colaboraciones ni sorpresas. Bueno, la sorpresa será que no nos dé un infarto», ríe este superviviente, aficionado a disfrazarse.

«Yo no veo tanta diferencia entre lo que hacía con Barricada y ahora -señala-. Siempre he sido bastante teatral. Concibo un concierto como un espectáculo». En sus comienzos, se hacía acompañar incluso por actores. «Poníamos un par de pisos de andamio que se llenaban de basura. Ellos iban disfrazado de mendigos y yo solía salir de un ataúd, con capa y todo», recuerda.

'MUERTETERRÁNEO'

Las letras de El Drogas no caducan: parecen escritas ayer. Y sus mensajes perduran igual que las injusticias. «Ojalá en temas como el racismo, los derechos de la mujer o la pena de muerte hubiésemos avanzado algo. En Europa, ese lugar donde se respira humanismo, la pena de muerte está legalizada: el mar Muerteterráneo es testigo».

Para la web, El Drogas ha grabado una versión acústica de 'Cordones de mimbre', pieza dedicada a su madre, que padece Alzhéimer desde hace seis años. «Somos cuatro hermanos y, por suerte, desde el primer momento nos hemos ocupado de ella. Todos estamos ahí, pero en realidad es mi hermana Isa la que está más pendiente. La mujer siempre acaba asumiendo el peso real en los temas de familia. En casa también es mi socia quien se preocupaba más de nuestros hijos», admite.

El Drogas opina que la escasa presencia de mujeres en el rock viene determinada por el modelo social imperante. «El rock es un reflejo de la sociedad y uno de sus defectos principales es esa necesidad de tener pelo en pecho y mucha testosterona. Tenías que ser el que más follaba. En las biografías, para ellos eso son medallas, en cambio, en las de las chicas es al revés».

LAS BATALLAS DE "EL ABUELO CEBOLLETA"

A sus 57 años, sigue en plena forma. «Mantengo la ilusión. Me siento animal de escenario y grabo discos para seguir tocando». ¿Qué ha cambiado en estos años? «Ahora disfruto más porque no me meto nada. He tenido muchas etapas, pero digamos que hoy soy más consciente. Antes hubo momentos de mucha histeria porque la droga era un rollo muy masivo: el perico estaba muy presente en todo el negocio».

Lo que no ha abandonado son sus actuaciones sorpresa, a modo de músico callejero. «Me encanta salir a tocar sin complejos. Cogemos el generador, lo echamos a la furgoneta y, sin pedir permiso, tomamos un rincón Cuando me ven los municipales ponen cara de '¡ya está otra vez el abuelo cebolleta!'. Y suelen irse haciendo ver que no me han visto».