LOCAL EMBLEMÁTICO

Semon, segunda parte fue buena

Los hermanos Robles, empleados históricos de la tienda de delicatessen, relanzan el negocio

Semon, segunda parte fue buena

Semon, segunda parte fue buena / periodico

Ferran Imedio

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Poco más de un año después de haber sido rescatado tras un concurso de acreedores, Semon (Ganduxer, 31) vuelve por sus fueros. Y no solo porque ha vuelto a ser aquella tienda de 'delicatessen' de referencia en la zona alta de Barcelona con un servicio de catering y un restaurante (L'Indret) donde también se puede comer, sino porque los que han cogido las riendas en esta nueva etapa son Paulino Pedro Robles.

Quienes hayan sido habituales del establecimiento desde hace cuarenta y tantos años sabrán de quiénes hablamos: han sido los encargados de que todo funcionara como un reloj, quienes le ponían ilusión y las horas necesarias como si aquello fuera suyo, quienes, en definitiva, eran la imagen del negocio de puertas afuera... hasta que la mala gestión de la propiedad, con inversiones que salieron mal, abocara a la empresa a la ruina.

LITIGIO CON LA PROPIEDAD DEL EDIFICIO

Los Robles (Paulino entró con 17 años y Pedro comenzó con 15) dieron un paso al frente, presentaron su propuesta al juez y ganaron. Una bonita historia con un punto romántico, aunque empañada por el litigio con la propiedad del edificio para seguir de alquiler en el emblemático local junto a la plaza de Sant Gregori Taumaturg.

Mientras la disputa se resuelve en los juzgados, los hermanos Robles han recuperado a muchos trabajadores históricos, han incorporado caras nuevas y han vuelto a hacer rodar el círculo virtuoso, demostrando que segundas partes fueron buenas, aunque el dicho rece lo contrario.

UNA CARTA MÁS DESENFADADA EN EL RESTAURANTE L'INDRET

Empezando por L'Indret, cuya oferta gastronómica dirige José Sansano, de 34 años. El chef, que ha pasado por Central (La Boqueria), Hofmann, Jean Luc Figueras, Igueldo, La Pedrera y La despensa de Laforja, ha creado un equipo de cocina con profesionales que han estado en restaurantes como Gaig, Can Jubany y Mugaritz. La carta, más desenfadada que antes, apuesta por el producto, el mismo que venden en la tienda, en medias raciones sin grandes complicaciones ni virguerías técnicas.