MARCHA GASTRONÓMICA

Rioba, cocina joven de temporada

El restaurante del Poble Sec ofrece sugerencias del día y platos de una breve carta que renueva cada 3 meses

Restaurante Rioba

Restaurante Rioba / periodico

Ferran Imedio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Poble Sec se está posicionando como un barrio gastronómico gracias, entre otros restaurantes, a Palo Cortao, Malamén, Rosal 34, Casa Xica, Xemei, Mano Rota, El Sortidor, La Porca, Koska... y, desde hace unos meses, Rioba. Este último, pequeño, ruidoso, joven y defensor de una cocina en la que mandan los sabores, juega con el producto de temporada de manera radical, y por eso la carta que ofrece es tan corta (seis entrantes y seis primeros) y se renueva cada tres meses. Y por eso tiene tantas sugerencias del día, que si triunfan mucho acaban como fijos de la carta.

Lo han montado el argentino Eduardo, 'Luli', Marchesi (en los fogones) y el vasco Ekaitz Sáenz de Cámara (en la sala), a su vez responsables de la exitosa taberna vasca Koska. De hecho, querían dar un paso más con una cocina de mercado más elaborada, y abrieron Rioba.

Allí puedes comer platos como el hinojo a la brasa con salsa de ternera y gamba roja, la calabaza asada con ricotta, granada y semillas de calabaza, la papada de cerdo ibérico con huevo a baja temperatura, alcachofa a la brasa y brotes de guisantes, el bacalao con alubias de Santa Pau y butifarra del perol... Mucha brasa y mucha baja temperatura y pocos ingredientes en cada receta, cuatro a lo sumo.

CARTA DE VINOS CAMBIANTE

Otro detalle a tener en cuenta de Rioba es la carta de vinos, por original, por divertida. No es fija, sino que va cambiando según van acabando las botellas, en su mayoría de pequeñas bodegas. Cuando no queda ninguna, le ponen un sello de 'agotado'. De este modo, el cliente siempre encontrará novedades que Marchesi y Sáenz de Cámara van añadiendo a mano.

La sala es pequeña y está desprovista de cualquier decoración llamativa. Sobresalen la cocina a la vista y, atención, unas escaleras que te llevan al lavabo tan bonitas como vertiginosas. ¡Cuidado!