LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

Lluritu: marisco sexi a buen precio

Tres amigos de la infancia han abierto una marisquería «desenfadada» en Gràcia

Los tres colegas, de izquierda a derecha: Pau Roca, Gerard Belenes y Pol Puigventós, en Lluritu.

Los tres colegas, de izquierda a derecha: Pau Roca, Gerard Belenes y Pol Puigventós, en Lluritu. / periodico

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

De Lluritu me llamaron la atención dos cosas. El nombre, una vulgarización del pez conocido como 'llorito' ('xyrichtys novacula') y el subtítulo: 'marisquería desenfadada'. Después supe que en el negocio había tres amigos que compartieron pupitre: Pol Puigventós, Gerard Belenes y el actor Pau Roca. Cuando los conocí me agradó la rotundidad del ideario y que hubieran pensado a fondo cada elemento, incluidas las inútiles servilletas de bareto.

Intenté convencerlos para que las cambiaran: argumenté que limpiaban menos que un sello y que, dado el montón que generé, contribuían a la destrucción del planeta. Por supuesto, no lo conseguí. Entiendo que las servilletas, y su uso indiscriminado, forman parte de las inspiraciones  y las influencias, con rincones como la cervecería Mavi, en  Alicante; el bar Ginés, en Barcelona, o el restaurante <strong>Rafa's</strong>, en Roses. Casas de la cáscara y la espina.

Que exaltaran el 'llorito', uno de mis pescados preferidos, y que pusieran el desparpajo como predominante fue el gancho; la calidad del producto y el precio, lo definitivo. Pol, al frente del cotarro como profesional de la hostelería, aprieta a los proveedores para que no lo escamen. Esa contención les impide tener piezas a lo cetáceo, aunque sí lubinas y rodaballos que superan el kilo.

Producto crudo, tibio, frío, a la plancha, a la brasa y apenas una fritura, técnicas y procedencias señaladas en la carta, escrita con bolígrafo azul. Nada de salsas. Pocos vinos (aquí volvimos a reñir por alguna referencia clásica), pero meditados. Bebí primero Brúixola y después Figuero Viñas Viejas: me gustó mucho el tempranillo.

Chaquetillas blancas, luces blancas, entorno blanco. Sardinas azules, mejillones naranjas, gambas rojas.

A los mandos de la cocina, Javier Caballero, que bordó las cocciones, excepto la de las navajas (demasiado duras), aunque no por su culpa. Los socios dijeron que a ellos les gustaban así.

Berberechos carnosos, anguila del Delta con tomate y un pulpo seco llegado de Dènia, muy rico, con un alto valor simbólico, pues Pau veraneaba en la población alicantina y recibía la visita en bermudas de los colegas. En el pulpo a la brasa están las vacaciones y Les Rotes y el viento cortado a la sal.

Erizos abiertos, ofreciendo el sexo ocre. Carpacho de atún de L'Ametlla con jengibre y lima. Un platillo del día de rechupete: 'ceps', espárragos y gambas. Para terminar, el señor Lluritu, delicada fritura acompañada de pimientos rojos. Exterior dorado, carnes nacaradas. Animalito escaso, de temporada, deseo de los restaurantes de Baleares y Catalunya. El que comí llegó de Almería. En la persiana grafiteada han escrito: «El marisco es sexi». El mar es sexi.

{"zeta-legacy-video-barcelona-100":{"videoId":"1481203"}}

Como despedida, me ofrecieron una trufa de Arrese, pastelería de Bilbao, porque formaba parte de la memoria compartida. Y un postre en el que también estaba presente la infancia: la 'mousse' de galleta maría.

Nuevos tiempos, nuevos negocios. Marisquerías para un público distinto y joven, con la sotabarba por desarrollar. Es tiempo de dorada y lenguado. Y de despedir al 'llorito'.