CIUDAD ON

El Minotauro de Montjuïc

Es una obra de teatro, pero podría convalidar tres sesiones con un terapeuta. El Teatro de los Sentidos recupera su ópera prima en El Polvorí de Montjuïc

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Ana Sánchez

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«Ahí se nos han roto a llorar los hombres más fuertes», asegura Catalina sin que suene exagerado. Señala un pasillo empedrado del que no se intuye el final. El estómago te hace «glups», pero tú sigues sonriendo. No tienes ni idea de dónde vas a terminar en cuatro minutos, pero te sientes tan confiada como la rubia con escote que muere en los primeros 10 minutos de las pelis de 'Scream'. «Es como una realidad paralela que se abre». Catalina te lo dice con la misma naturalidad que en 'Strangers things'. Pero ahí dentro no hay niñas de miradas intensas, ni un triste Demogorgon, ni siquiera tendrás que poner una mueca de loca a lo Winona Ryder. De ahí dentro nadie se quiere ir. Aunque haya un laberinto con Minotauro. 

El Polvorí de Montjuïc. «Teatro de los sentidos», descubres varios carteles campo a través después de mandar a la mierda a Google Maps y a la madre de Siri. Lo habitual es perderse, te tranquilizan cuando llegas con la lengua fuera y cara de interrogante. «Para encontrar hay que perderse», suele decir el director de la compañía. «Es parte del viaje», te aseguran. Así llaman a sus obras: «Viajes» para 54 personas al día. Tampoco se habla de actores, sino de «habitantes». Te toparás con 15 en el laberinto a oscuras. 

No ves nada. Nada. Caminas tú solo palpando a tientas la pared con desconfianza de pasaje del terror. Aprenderás a confiar. En la oscuridad y en los desconocidos. No ves, no, pero tocas, hueles, recuerdas. Sientes. De eso se trata. «Arriesgarse es perder un poco –es la frase con la que presentan la obra en su web–. No arriesgarse es perderlo todo». 

'El hilo de Ariadna'. Es una obra de teatro, pero podría convalidar tres sesiones con un terapeuta. Entras en un laberinto y te conviertes en un Teseo que busca su Minotauro interior. Sí, te pondrás los cuernos. Es momento de perderse para encontrarse. «Para ver hay que cerrar los ojos. Para escuchar es preciso el silencio», dice Enrique Vargas, el director. «A oscuras hay que tirar de memoria, intuición, premonición. Hueles, palpas, percibes como si fuera la primera vez». Tierra, tiza, lavanda, ropa de abuelo.

«REGRESO A LAS SENSACIONES PURAS»

Caminas a lo Benjamin Button. A cada paso, te quitas años y prejuicios. Como un niño: juguetón y desarmado. Saldrás con sonrisa de bebé y la sensación de que ha cambiado algo. «Es como un sueño, un regreso a las sensaciones puras», resume un 'viajespectador'. «Te encuentras a ti mismo», resopla otra nada más salir.   

Hace ya 20 años que la compañía que dirige Enrique Vargas investiga «la poética del sentir», que dicen. Nació en la oscuridad: en un sótano de la universidad de Colombia. Ahora despiertan sentidos en su base de El Polvorí de Montjuïc.  

'El hilo de Ariadna' es su ópera prima. La han recuperado 15 años después. «Se trata de crear una programación estable en El Polvorí», justifica Dulfary, gestora de la compañía. Las entradas se agotaron antes del reestreno. Han prorrogado la obra hasta mayo, quizá amplíen a junio.

En El Polvorí también ofrecen talleres sensoriales, monográficos, tienen un posgrado con la universidad de Girona, ahora lanzan la segunda edición del máster. (Sin Cifuentes). ¿Moraleja? «El ser humano necesita recuperar las primeras sensaciones –dice Dulfary–. Sentir sin estas cosas actuales del mundo que te distraen de todo».