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'Tours' sobre tablas de 'skate'

Se hace hueco el turismo 'skater' entre la horda de guiris en patinetes eléctricos. Ahora se descubre Barcelona buscando suelos patinables. Aprendes a rodar en un día

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Ana Sánchez

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"Necesito que subas este escalón», te pide Alberto nada más conocerte. Y media decena de personas le obedecen sin preguntar. Subes uno de los escalones que hay bajo el Arc de Triomf con más expectación que Quim Torra subiendo los de La Moncloa. «Tú eres 'regular'», te diagnostica al momento con ojo clínico. Eso significa que has subido con el pie izquierdo. El resto ha utilizado el derecho: es 'goofy'. «El pie que usaste para subir es con el que te manejas mejor –justifica Alberto el experimento–. Es el que va de frente en el skate».

Es un skate tour. Se empiezan a extender por Barcelona estas rutas sobre tablas entre las hordas de guiris con patinetes eléctricos. Alberto Carboni las organiza desde el verano pasado. «Conoce Barcelona buscando los suelos más suaves», incita desde su web (www.videorebels.net).

«Es una ciudad fácil de patinar», promete. Hace años que aparece en todos los ránkings de «mejores lugares de skate del mundo». Hay vida rodada más allá de la plaza del Macba. «Tiene mucho skate park –añade–. Hay un turismo de skaters increíble». Ahora también, de novatos sobre ruedas. No vuelves a mirar igual una cuesta abajo.   

Alberto te da una tabla. Es una «longboard», te dice. Más larga, «más estable». Da igual, la miras con la misma desconfianza que un madridista al nuevo seleccionador de la Roja. La última vez que te subiste a una eran monopatines. Cinco minutos de normas básicas y ya estás arriba. Te montas, te tambaleas, cualquiera diría que estás intentando bailar el swish swish. Y empiezas a rodar a cámara lenta. Pones sin querer cara de velocidad, a lo Fernando Alonso antes de que se le estropee el coche. Uf, qué impresión. Tú dirías que vas embalado, aunque en cualquier momento te adelantaría Rajoy andando deprisa.

«Parece fácil, pero no», resopla Javi, otro skater novato. «Es difícil al principio –te anima Alberto–. Estás conduciendo algo sin brazos». Pero se puede aprender en un día, garantiza. «Y lo bueno es que dejas de coger el metro», sonríe.

En una hora estás rodando por el Born con la misma seguridad que tendría Julio Iglesias en una prueba de paternidad. Hasta que ves sobre un skate ¿¿un bulldog patinando?? Se llama Kira, informa su dueño. «Tardó dos o tres días en aprender». Eso anima.   

ATARDECER EN LA BARCELONETA

Terminas sudado en la Barceloneta, sentado sobre la tabla con una lata de cerveza y vistas al atardecer. Te sientes más realizado que los Javis. «A mí me ha sorprendido que he podido», dice Melissa, otra skater principiante. «La mayoría de la gente no cree que pueda», asiente Alberto. «Esperaba caerme –añade Javi ya con pose pro–. Pensaba que me iba a dar más miedo. Voy a comprarme una tabla».

Alberto también hace tours para gente que sabe patinar. Estos empiezan en Gràcia. «Hay plazas muy planas y abiertas donde no hay nadie. Después se baja hacia plaza de Catalunya haciendo todo el paseo de Gràcia –continúa la ruta–. Y después, el Macba Les Tres Xemeneies, que es un skate spot del Paral•lel». Los tours incluyen vídeo profesional (30 euros, clase + tour; 50 euros, con vídeo). Alberto es «camarógrafo –así se define en internet– con pasión por las tablas de skate». La mayoría de sus clientes, por cierto, son chicas. «Yo creo que porque los chicos son un poco orgullosos para tener a alguien que les enseñe –explica–. Lo digo porque yo también soy así. Aprendí por mi cuenta». Hay skaters muy buenas en Barcelona, asegura. «Parece un deporte más masculino, pero es por la cultura que hay –apunta–, una estupidez, claramente».