Rafa Pons en el Agüelo 013

¿Habéis jugado alguna vez al duro? Si la respuesta es sí (no importa si entusiástico o pelín avergonzado), seguro que habéis estado en el lugar de la foto.Tal vez no lo reconozcáis con las cómodas sillas que veis ahí, ni con el pulcro suelo modernamente envejecido, ni con los luminosos estantes poblados por botellas deluxe que le guardan las espaldas a la barra. Ponedle mesas largas con bancos, un suelo antideslizante por la falta de fregona y enormes jarras de sangría, cerveza y calimocho como epicentro de un terremoto hormonal. Recuperad el concepto 'tasca' y quitadle el 013 al nombre del local. ¿Lo tenéis? ¡Sí! Seguro que ahora entendéis por qué el cantautor Rafa Pons quiere que lo preservemos en nuestro museo imaginario.

«El Agüelo formaba parte del circuito habitual de mi grupo de colegas. Y hace unos años uno de ellos aprovechó que el local estaba en traspaso y lo reformó para convertirlo en lo que es hoy: un sitio que, por ubicación, en el Gòtic, resulta atractivo para los turistas, pero que no expulsa a los barceloneses. A Barcelona la salva que hay muchas Barcelonas, y tú puedes elegir la tuya: guiri, flamenca, surfera... Y en la hostelería tienes que ser un rastreador.

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Aquí se come bien, con buena relación calidad-precio, y en la parte de abajo hay una sala donde ponen copas y se puede bailar. Se ha vuelto a convertir en lugar de celebración con los amigos», explica Pons. Solo que, ahora, las celebraciones no están regadas «con calimocho y serrín» y se deben a cosas como la presentación de '<strong>A cuento de nada</strong>', el libro de relatos que el cantautor publicó en el 2014, coincidiendo con la inauguración del <strong>nuevo Agüelo</strong>. ¿Y qué es lo próximo que espera festejar? «La salida de un doble en directo que acabamos de grabar en Madrid. Será a principios del 2017».