el museo imaginario

Ateneu de Vallcarca, kilómetro 0 de Lágrimas de Sangre

La banda seguirá siempre vinculada al movimiento asociativo del lugar donde nació su rap combativo

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Núria Martorell

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El germen del rap combativo de <strong>Lágrimas de Sangre</strong> hay que buscarlo en el <strong>Ateneu de Vallcarca</strong>, imprescindible epicentro de varias (y necesarias) causas. "Desde la autogestión, hace más de 20 años que distintas generaciones conservan y alimentan el movimiento asociativo y apoyan, por ejemplo, actuaciones contra el genocidio urbanístico y la especulación inmobiliaria que sufre el barrio", constata Still Ill, uno de los MCs del grupo y quien, para la ocasión, toma la voz cantante.

Desde que LDS ofreció su primer concierto ahí, no dudó en involucrarse. "Se programa semanalmente a bandas underground ¡y en un ambiente muy familiar!, algo que no sucede en otros lugares, ya sea por un tema de precios, por los 'seguratas' de turno o por los horarios".

Lágrimas de Sangre ha pasado de actuar ante un puñado de amigos a congregar a cientos y cientos de fans que comulgan con sus consignas contestatarias. Algunos de sus videoclips, como 'Voy a celebrarlo', acumulan cifras de vértigo (más 4,5 millones de visualizaciones) y en el reciente 'Rojos y separatistas' deja clara su postura política (en dos meses suma más de 418.000 entradas).

"En el Ateneu de Vallcarca empezamos, como otros tantos conjuntos, aprendiendo a organizarnos también como colectivo. Entonces, éramos más jóvenes y aprovechábamos cualquier oportunidad para coger el micro y rapear. Lo recordamos con nostalgia y aún nos juntamos para rememorar aquellos tiempos e improvisar un poco. Es cierto que ahora cantamos en festivales ante decenas de miles de fans, pero nada es comparable al ambiente de aquí, con su aforo de apenas 50 personas".

En el origen siempre está la palabra (en su caso, contundente; rapeada).