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Teletransporte a la India

Terrats en Cultura cierra su programación con un experimento de Iván Morales. Aquí el público se mueve entre los actores como en un museo

UN MUSEO DE EMOCIONESUna escena de 'Kites, kids and monkeys' en una azotea del Raval, aquí reconvertido en Benarés (India). Los protagonistas, en el centro, charlan mientras juegan a las cartas y los espectadores se mueven a su antojo.

UN MUSEO DE EMOCIONESUna escena de 'Kites, kids and monkeys' en una azotea del Raval, aquí reconvertido en Benarés (India). Los protagonistas, en el centro, charlan mientras juegan a las cartas y los espectadores se mueven a su antojo.

Ana Sánchez

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La dirección exacta no llega al mail hasta 48 horas antes, a lo peli de espías. La apuntas corriendo en un papel con la convicción de que se autodestruirá en unos segundos. Está en medio del Raval, indica el mapa adjunto. Dos días después, hasta Willy Fog juraría que esta azotea daba a la India.

«Apaga el móvil -te advierten al subir las escaleras-. El 'roaming' en Benarés es muy caro». Se refieren al Benarés de la India, sí. Tendrás impulsos de poner el teléfono en modo avión nada más pisar el terrado. Cruzas la puerta aún sin 'jet lag' y te topas con un niño indio volando una cometa. Sonríe, te invita a jugar con él. Solo habla inglés. «Namaste», le respondes sin pensar. «¡Monkey!, «¡monkey!». Instintivamente, echas a correr tras otro niño indio que señala a gritos una terraza adyacente. ¿Un mono? No eres la única persona que busca un mono entre la ropa tendida del Raval.

'Kites, kids and monkeys' (Cometas, niños y monos). Así se llama esta obra de teatro-'lab'. «Esto es un experimento», advertía al público itinerante el director, Iván Morales ('Sé de un lugar', 'Jo mai', 'Cleopatra'). «En Barcelona no me consta que se haya hecho nada así -explicará después-: una dramaturgia cerrada en 'loop' con libertad total de movimiento para el espectador». No son varias piezas de microteatro, aclara, sino una única obra que hay que ver -vivir más bien- de forma activa. Cada uno elige el orden de las escenas. Que te cansas, te vas a otra. Que te gusta, repites. El experimento -opinó el público en Facebook- «acabó siendo toda una experiencia».

TEATRO DE INMERSIÓN

Es «site-specific»: así se llama al arte hecho para un lugar concreto (en este caso: una habitación y una azotea del Raval con aire de patio indio). Y es «teatro de inmersión»: el público se mueve entre los actores como en un museo. Un «museo de las emociones», resumía el director en el libreto. Vas, vienes, te pones en cuclillas a los pocos centímetros que quieras, cotilleas un diario. Intimista, emotivo, te llega. El teatro toma distancia de confidencia. Los protagonistas te miran a los ojos. Te hablan casi al oído de viajes, de la 'ex', de su inminente suicidio. «Mañana seré humo». Miras al cielo e intuyes el humo negro de las cremaciones del Ganges.

Moraleja: «El público responde de manera ambivalente a la libertad -concluye Iván-. Hay gente a la que le coarta y hay que ayudarles a que se sientan más a gusto».

CULTURA EN AZOTEAS

Fue una pieza de teatro única. Literalmente: solo un día, cuatro pases, 140 espectadores. Era la última cita de Terrats en Cultura, el proyecto con el que la asociación cultural Coincidències lleva cuatro años organizando experiencias culturales de altura. En todos los sentidos: han subido a más de 40 azoteas teatro, danza, circo, música. «Cultura 3.0», la llaman ellos. «Nos gusta ver, tocar, escuchar, participar».

«Buscamos dinamizar espacios en desuso», resume Lola Armadàs, una de los siete miembros de esta asociación. «Pensad que Barcelona tiene 1.400 hectáreas de terrados», añade a su lado Anna Piferrer. «Son muchas hectáreas donde no se hace nada». Su objetivo: hacer un proyecto de ciudad. «Queremos que la cultura llegue a todos los barrios de Barcelona». Ya buscan azoteas para la próxima temporada en Nou Barris. Se abre la veda de terrados.