OMMM BARCELONA

La invasión yogui

Con el Global Yoga Congress a la vuelta de la esquina, la agenda de los aficionados al yoga saca humo.Toca ir practicando los mantras

PATRICIA CASTÁN

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Si uno afina el oído en Barcelona en las próximas semanas, posiblemente escuche el eco de un potente 'oooommmmm'. Serán mantras multitudinarios, más o menos sentidos, vibrantes cánticos abriendo los canales energéticos del ejército de yoguis locales que practican en los últimos años y que en pocas semanas tienen grandes citas en la capital catalana. La primera, el Global Yoga Congress (del 18 al 22 de mayo). Porque el yoga, desde su versión más espiritual hasta la más física, llegó hace unos años con fuerza para contagiarse a nivel popular con una razón de peso irrebatible: hacerte sentir bien.

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Quien lo prueba suele engancharse si da con el estilo y el profesor que le encajan. Y, aunque el clásico hatha yoga imperó durante mucho tiempo en la mayoría de centros, en la actualidad hay un abanico de disciplinas que permiten satisfacer a todos los públicos, desde niños hasta abuelos. Ahí radica su grandeza. Y también en su beneficio integral, capaz de mantener el cuerpo en forma, mejorando la flexibilidad, la fortaleza, la eliminación de toxinas y el funcionamiento de los órganos, pero aportando sobre todo relajación, total conciencia de uno mismo, mejor ánimo y una conexión más plena con el universo. Uno empieza con dos prácticas a la semana… y  muchas veces acaba dedicándole un tiempo diario, sea en un centro o llevando el yoga adonde va, ya que en cuanto se dominan las asanas o posturas es fácil practicarlo en cualquier lugar. Basta con una esterilla y ropa cómoda.

REFERENTE EUROPEO

En los últimos años, como enfatiza en sus libros André Van Lysebeth, uno de sus impulsores en Occidente, el yoga se ha expandido como práctica física y mental. Aunque la palabra va mucho más allá y es un estado que liga a lo divino. La India es su cuna y adonde acaban viajando los que profundizan en él más allá de sus secuencias físicas, pero su integración en Occidente –muchas veces desvirtuada– lo ha convertido en fenómeno mundial.

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Barcelona es la capital yogui de España, pero ha desembocado en referente europeo. Lo bastante como para acoger el congreso global con algunos de los grandes maestros internacionales del momento que comienza el próximo 18, más la multitudinaria cita para 2.500 practicantes simultáneos que convoca anualmente Oysho (este año, el 10 de junio en el Arc de Triomf), o la Barcelona Yoga Conference (del 20 al 24 de julio en el monasterio del Sagrado Corazón) que desde hace siete años organiza el centro Omshanti, con más de mil participantes (el 60%, extranjeros).

Culminan un proceso de propulsión del yoga con una década de retraso en comparación con Estados Unidos, pero en gran auge desde el cambio de milenio. Pilar Ruberte, cofundadora en el 2001 de Yoga Studio (plaza de la Universitat, 4), uno de los históricos de Barcelona, rememora que practicar yoga era una rareza en la ciudad. Los escasos centros existentes lo impartían sobre todo a gente mayor y en versiones muy reposadas. Ellos empezaron con unos 80 alumnos tras una gran promoción y entrega personal, y ahora cuentan con unos 250, explica, tras haber enseñado a miles. Otra versión más contemporánea pero con idéntica voluntad de experiencia integral sería, por ejemplo, el centro Yogaia del paseo de Sant Joan, 121, creado más recientemente por varios jóvenes maestros.

MODA Y NUEVOS VALORES

Y es que el caldo de cultivo masivo arranca en la última década por un cúmulo de circunstancias: su difusión como una clase dirigida más en los gimnasios barceloneses, la crisis -que llevó a muchos a un replanteamiento de valores-, los famosos exhibiendo en imágenes su afición y sus cuerpos, y el reciente 'boom healthy', o de buscar una vida más saludable. Porque no hay que olvidar que el yogui suele cuidar su dieta (sea o no vegetariana) como parte de una forma de vida.

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/2\/1494432142724.jpg","author":"JOAN PUIG","footer":"Actividades de yoga en el cruce de Diagonal con Muntaner en Barcelona."}}

Con el auge, se han abierto decenas de espacios dedicados al yoga (de los estilos más dinámicos e intensos, como el vinyasa, el ashtanga o el rocket, a los que incorporan más momentos de interiorización combinados con la secuencia física, como el dharma o el sivananda, entre otros). No hay cifras actualizadas sobre el alcance de practicantes ni espacios, aunque sus efectos colaterales incluyen la irrupción de cientos de convocatorias al aire libre -sobre todo desde la red de contactos 'online' Meetup-, convocadas por profesores que a veces son 'amateurs' y a bajo coste. Las playas y el parque de la Ciutadella son sus epicentros.

Uno de los artífices de la gran propagación del yoga en la ciudad ha sido Jordi Canela, cofundador y profesor de Yogaone, el mayor centro especializado de Barcelona, proyecto que culminó el éxito popular de las clases de yoga en los DiR, la principal cadena de gimnasios. En el 2010 abrió el Yogaone Tuset, de 600 metros cuadrados, en Aribau, 230, al que el año pasado se sumó la sede Yogaone Mandri, en Ciutat de Balaguer, 19, y muy pronto se unirá otro centro en la calle de Verdi. Con clases 'non stop' todo el día y distintos estilos, niveles y públicos, cuentan con más de 1.600 socios, al margen de los practicantes en sus gimnasios, sobre todo mujeres (65-70% mujeres), y en especial de 25 a 45 años. Pero el experto lo receta a todas las edades y condiciones físicas, en sus distintas versiones.

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/0\/3\/1494432142730.jpg","author":"MARC MEDINA","footer":"El Yogaday del a\u00f1o pasado organizado por DiR reuni\u00f3 m\u00e1s de 1.300 practicantes."}}

Con el auge, se han abierto decenas de espacios dedicados al yoga (de los estilos más dinámicos e intensos, como el vinyasa, el ashtanga o el rocket, a los que incorporan más momentos de interiorización combinados con la secuencia física, como el dharma o el sivananda, entre otros). No hay cifras actualizadas sobre el alcance de practicantes ni espacios, aunque sus efectos colaterales incluyen la irrupción de cientos de convocatorias al aire libre -sobre todo desde la red de contactos 'online' Meetup-, convocadas por profesores que a veces son 'amateurs' y a bajo coste. Las playas y el parque de la Ciutadella son sus epicentros.

MÁS APRENDIZAJE

El año pasado orquestaron un Yogaday junto al Hotel W que aglutinó a 1.300 practicantes (vuelve en septiembre) y por sus cursos para profesores y talleres pasaron 600 alumnos. Por eso, el macroencuentro del Global Yoga Congress, llamado a ser una de las principales citas europeas del sector, viene a ser el colofón de esa evolución natural. Aglutinará en el Palau de Congresos de Catalunya a figuras como  Andrei RamDov Vargas (creador de la Dharma Wheel o rueda en boga que permite maximizar las extensiones y perfeccionar la práctica y que se regala a los inscritos a todo el programa), Twee MerriganCelest PereiraYoshio Hama y muchos más, llegados de Nueva York, Los Ángeles, Londres y otras ciudades, para sumarse al profesorado local.

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¿Qué se puede hacer en un congreso de yoga con 50 instructores y más de 100 clases y workshops sobre 18 estilos? Pues, esencialmente, disfrutar como un enano con prácticas físicas y relajantes, desde el pequeño formato a las masterclases para 300 personas, si uno es practicante habitual, o atreverse a probar si se es un neófito, porque la maratoniana agenda en varios espacios simultáneos incluye clases y talleres de introducción, charlas, sesiones de desarrollo mental, masaje y conciertos de música muy emocionales. Son tres días de cita en el recinto de la Diagonal, más uno previo y otro de cierre en sus centros. "Incorporamos un toque formativo y espacios para los niños y acompañantes", explica Canela, que receta a todos "la máxima frecuencia en la práctica" y hallar el mejor yoga para cada uno.

OJO CON EL APRENDIZAJE

Lo común en el cosmos del yoga es empezar por lo palpable, el ejercicio corporal, y poco a poco avanzar a lo intangible, trabajando la concentración y la reconexión con uno y el mundo. Pero, para llegar, enfatiza Ruberte, hay que ir con cuidado, porque "se está masacrando el yoga aprovechando que está de moda y algunos lo imparten de cualquier manera". Con riesgo de lesiones, de aprender mal y, sobre todo, de no hacer yoga, sino el tonto. ¡Ah! No hay sesión que se cierre sin decir "namasté" (saludo y agradecimiento).