CIUDAD ON

La primera pista de drones de España

Aquí puedes echar el vuelo a lo Superman aunque estés de capa caída. El único circuito 'indoor' de drones de España está en L'Hospitalet. Te enseñan a volar en 30 minutos

zentauroepp43093831 dron180502175933

zentauroepp43093831 dron180502175933 / .43093831

Ana Sánchez

Ana Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«¿Echamos unas lipos?», te dicen. Se te pone cara de Rajoy hablando inglés imaginándote una liposucción en grupo. Pero aprenderás la nueva jerga en cinco minutos. En cuanto gastes tu primera lipo: es como se llama el material de las baterías de los drones. En menos de media hora –te garantizan– terminarás volando por el circuito en plan Fernando Alonso: sin ruedas.

Javier te habla de volar con el tono rutinario de un superhéroe curtido. Javier de Mendoza es cofundador de Indrone Park. Es la primera pista indoor de drones de España. «No hay más de cinco en el mundo», apunta. Hace tres semanas que abrió en L’Hospitalet, en una nave de 1.800 metros cuadrados.

«Practice zone», se lee en la pared. Es un circuito de 200 metros cuadrados rodeado por una red. Ahí dentro está tu primer dron. Es un Syma, a prueba de golpes de novato. «Son juguetes», Javier te evita futuros remordimientos al chocar. Costará unos 40 €. «Esto es como conducir –te enseña a manejar los mandos–, solo que con dos movimientos más: la altura, evidentemente, e ir de lado». Mueves el pulgar izquierdo hacia delante y el dron se eleva a trompicones, a lo Superman con kriptonita cerca. Los primeros minutos te sientes más inestable que Froilán con una escopeta. Tras dos baterías, harás hasta giros. Diez minutos y pasas al Parrot. Es un dron que cuesta ya 179 €.  

«Ahora, la inmersión con las gafas». Alejandro, otro piloto del parque, te coloca las gafas FPV: First Person View (vista en primera persona). A partir de ahora, ves lo que ve el dron. La misma impresión que si volaras tú mismo. ¡Halaaaa! Es más fácil pilotar así, cuando te acostumbras a mirarte a ratos a ti mismo como si estuvieras en pleno viaje astral. 

CIRCUITO DE 1.200 METROS CUADRADOS

Ya puedes pasar al circuito grande: 1.200 metros cuadrados con obstáculos y un dron de carreras. Enfrente, dos hileras de sillones con gafas FPV. «Me tienes abandonada», les escuchas decir. Sí, sí, son las gafas. Te insistirán hasta que te las pongas. «Este es el final de la experiencia», dice Javier. Así llaman a este pack de iniciación exprés (25 euros). «Sobre todo, ve tranquila», te aconseja Antonio, uno de los pilotos que hacen piruetas en la pista. Su nombre de guerra: Flash FPV. Porque en las carreras siempre queda entre los cinco primeros. 

«A disfrutar», te aconseja Javier. «Si chocas, a ti no te va a pasar nada», se ríe. Así que das gas sin miedo, arriesgas más en cada curva. Y terminas estampándote contra la pared, claro, pero sin aflojar la sonrisa. Es lo que engancha, repiten los pilotos: «Adrenalina sin riesgo».   

En la pista de prácticas ahora hay un grupo de niños como locos con sus mandos. «Está viniendo mucha fiesta de cumpleaños», apunta Javier. Les organizan hasta combates de drones. «Es como una pelea de karate. Tienes que tumbar al otro dron». También montan carreras de hovercrafts para iniciar a niños de 2 años: drones que se deslizan por el suelo. Y aún dan más de sí los drones: talleres, charlas, team building para empresas. «Quienes quieran venir el día internacional del dron –es este sábado, día 5– que presenten sus drones,  que hablen, que cuenten sus experiencias. Queremos que esto sea un punto de encuentro». Nadie les negará que pueden tocar techo cuando quieran.