EL MUSEO IMAGINARIO

La Biblioteca de Catalunya: muerte entre los libros

«Un espacio lleno de rincones y misterio... Vacío daría mucho de sí», pero la autora negra Anna Maria Villalonga no nos trae hasta aquí con ánimo criminal, sino para contagiarnos su pasión lectora

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villalonga / CHRISTIAN MORALES

Imma Muñoz

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"Conmigo hablas con una escritora, una investigadora y una profe», dice Anna Maria Villalonga. Y, claro, así vuela la hora larga que estamos de cháchara en una cafetería próxima al lugar que ha elegido para nuestro museo imaginario: la Biblioteca de Catalunya.

«Durante años, fui cada día», explica para justificar su elección. Allí ha preparado clases (es profesora de Literatura Catalana Contemporánea en la UB), se ha documentado (está haciendo una tesis doctoral sobre el teatro breve del siglo XVIII) y se ha empapado de la obra de autores que le apasionan, como Manuel de Pedrolo. Lo que no ha hecho (aún) es ambientar un relato negro en ella. Y eso que esa combinación, negrura y brevedad, es su cóctel ideal para las tardes de sofá y manta, y también para los momentos en que su creatividad se convierte en mundos de papel y tinta en los que nunca, nunca, sobra una palabra.

«Borges decía que escribir bien es decir lo máximo con las mínimas palabras, y yo eso lo tengo clarísimo». Podéis ver si de verdad respeta ese principio en sus novelas 'La dona de gris' y 'El somriure de Darwin', y en sus relatos publicados en las antologías 'Elles també maten' y 'Noves dames del crim' (todo, en Llibres del Delicte), en las que ejerce, además, de antóloga, y en la reciente 'Barcelona: viatge a la perifèria criminal' (Alrevés). También en el blog 'A l'ombra del crim', que acaba de cumplir ocho años, y que hace que una se pregunte de dónde saca tiempo para tanto. "Y hago aún más cosas: formo parte de EnVeuAlta, un colectivo que hemos montado para editar audiolibros".  

Eso sí, su prioridad es seguir escribiendo, leyendo y prescribiendo, y si lo que toca chorrea sangre, mejor que mejor. «Mi gran lucha es demostrar que el género negro no es una literatura de segunda, y que aquí tenemos excelentes autores», reivindica. Aunque no solo negros: sus alumnos reciben, al final de cada curso, un listado de autores de todos los colores que no se deberían perder, y abundan los catalanes. Todos vivitos. Y coleando. ¿Podrías decirme un par absolutamente imprescindibles? «Sin dudar: Mònica Batet y Damià Bardera». Para Villalonga, no conocerlos sí que es un crimen.