el museo imaginario

La barbería hecha arte

Jairo Mayolas, el director del hotel Negresco Princess, disfruta cada vez que ve a Vicenç Moretó coger la tijera

zentauroepp41839443 onbarcelona jairo180201185209

zentauroepp41839443 onbarcelona jairo180201185209 / periodico

Imma Muñoz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sabíamos que Vicenç Moretó es un artista de la tijera (os lo contamos en una pilosa portada en los inicios de On Barcelona, hace un año largo), así que, ante la propuesta de incluir su arte en un museo (en el nuestro, concretamente), solo podíamos reaccionar de una manera: aplaudiendo con las orejas. Bueno, de dos: también fotografiando al instigador, Jairo Mayolas, el director del hotel Negresco Princess (Roger de Llúria, 16), en la butaca del virtuoso navajero (Joaquín Costa, 51).

Mayolas disfruta cuando se sienta en ella, cada tres semanas, y no solo porque le dejan el pelo de la barba en perfecto estado de revista («con el de la cabeza no hay nada que hacer», bromea), sino porque esa media hora es un momento para él, para desconectar del ajetreo que conlleva dirigir un hotel de 128 habitaciones y lograr que todo encaje. Sobre todo los días en que, además de atender a huéspedes y comensales (el hotel ha apostado por la gastronomía fichando al chef Jon García, y en breve estrenará terraza), hay alguna actividad cultural prevista. Este lunes, por ejemplo, acogen una cena literaria, organizada por el Club Tr3sC, con el filósofo y escritor Francesc Torralba como invitado.

"CALIDAD Y BUENA GENTE"

Pero volvamos a la pelambrera facial de Mayolas: ¿cómo llegó a las manos de Morató? «Cuando hace dos años afronté el reto de dirigir el Negresco Princess, que quería renovar la oferta hotelera del centro, vi que yo también necesitaba renovarme y acompañar el cambio laboral con uno de estilo que me ayudara a definir mi personalidad. Aposté por la barba y acerté: me hace sentir seguro». Quería al mejor barbero, y topó con las excelentes referencias de Moretó. «Y el primer día que fui, ya me trató como un cliente de toda la vida. Encontré calidad y buena gente: con eso me ganó, porque esa es también mi filosofía de vida».