CONCIERTO

La música libre de Xarim Aresté

El cantante y guitarrista dio una nueva vida a 'La rosada' en el Auditori arropado por el frondoso Conjunt del Miracle

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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A Xarim Aresté, el papel de guitarrista carismático le queda pequeño: lo suyo es más la música que la exhibición técnica, y parece oír voces en su interior, como las que inspiraban a Brian Wilson, que luego traslada al escenario sin atender a qué género o categoría pertenecen. Acompañado por el Conjunt del Miracle, versión de su banda ampliada a 10 músicos, acarició el cielo con las manos este viernes en la sala 2 del Auditori, dentro de Barnasants.

Para empezar, dejó la guitarra eléctrica en manos de Josep Munar, y se centró en la acústica, arrogándose una función más directiva, de fondo, se diría que de intérprete entre su cabeza y las despiertas terminales nerviosas de esa banda orquestal. La primera pieza, 'Jo t’estimo', comenzó como un lánguido cántico folk para, poco a poco, comenzar a crecer, estableciendo un 'groove' envolvente y ensoñador. Sin buscar una impresión de poder, sino creando más bien un estado mental de una mística sensualidad.

TRES ESTRENOS

Sonaron casi todas las canciones de 'La rosada' (solo faltó ‘Magenta’) cruzadas con cuatro rescates de 'Lladregots' (2013), un par de Very Pomelo ('Els monstres' y 'Fem com si no hagués passat res', esta con injertos jazzísticos sin modificar su esencia destartalada) y tres estrenos: 'Indomables', introvertida y dejando poso; 'La flor', una canción sobre "amar demasiado algo", mensaje en el que se concentran la esencia y el destino de Xarim Aresté, y la conocida, iluminada, 'Oh Helena'.

Fluyeron unas construcciones frondosas que cuidaban a la vez del ritmo (batería y percusionista mirando al sur, más el titán del bajo Miquel Sospedra) y de la profundidad melódica (piano, colchones de órgano y los cellos de Núria Maynou y Neus Tamayo) y abriendo con naturalidad puntos de fuga para la improvisación en los metales. Cuando Aresté le da vueltas a los sonidos del futuro, quizá debería sentarse en el público y pararse a escuchar el Conjunt del Miracle: música libre, que rehúye los compartimentos y vuela por encima de nuestros límites mentales. 

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