EL ANFITEATRO

Vilabertran quedó pequeño para Lise Davidsen

La actuación de la joven soprano noruega en la Schubertíada confirmó el brillante futuro wagneriano que le espera

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Rosa Massagué

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No es frecuente asistir a la actuación de un intérprete con un presente muy sugerente que auspicia claramente un futuro extraordinario. La soprano Lise Davidsen, que debutó el jueves día 23 en la Schubertíada de Vilabertran, es un diamante por acabar de pulir que promete convertirse en la gran cantante wagneriana de esta primera mitad de siglo XXI siempre que no quiera quemar etapas de una carrera incompatible con las prisas comerciales. El recital acabó con la sensación entre el público de que se había asistido a una velada excepcional, como así fue.   

La soprano noruega presentó un programa coherente con canciones de Edvard Grieg, Johannes Brahms, Richard Strauss, Richard Wagner y Jan Sibelius, acompañada al piano por otro joven talento, el sudafricano formado en Londres, James Baillieu. Los primeros versos de la canción de Grieg, ‘Dereinst, Gedanke mein’ (‘Alguna vez, o pensamiento’), a partir del poeta renacentista Cristóbal de Castillejo, ya situaron a los espectadores en otra dimensión. El encantamiento prosiguió durante las dos partes del recital. Davidsen tiene un voz natural, grande, potente, sólida en el registro central y agudo, pero sobre todo en el grave, un gran ‘fiato’, buena dicción, expresividad y elegancia.

La canónica de Vilabertran se hizo pequeña para su voz, especialmente en las canciones de Brahms y Strauss en las que los decibelios eran excesivos, pero moderó su potencia en la segunda parte con los ‘Wesendonck-Lieder’, de Wagner, interpretados muy lentamente,  y unas canciones tardo-románticas de Sibelius. Remató la actuación con dos bises, dos canciones de su compatriota Grieg, muy populares en Noruega, dedicadas a la primavera una y a unas montañas, la otra. 

Su interpretación fue más operística que ‘liederística’. Su instrumento tan potente limitaba la intimidad que reclama la canción romántica. Se podrá discutir si esta es la forma de interpretar el ‘lied’, pero sin ninguna duda, la actuación de Davidsen es de las que los asistentes recordarán largo tiempo. Por cómo cantó, pero, sobre todo, por cómo puede llegar a cantar en el futuro. El público de la Schubertíada, siempre atento y buen conocedor, puesto en pie, premió a la soprano con una salva de largos aplausos. Es un público que mereció este tuit de Bailleau:

Davidsen ganó varios premios en el concurso Operalia de Londres en el 2015.  Desde entonces ha hecho suyo el personaje protagonista de ‘Ariadne auf Naxos’, de Strauss, papel con el que ha debutado en la Ópera de Viena, el festival de Glyndebourne y en el de Aix-en-Provence.

Con apenas 30 años, Davidsen pertenece a la estirpe nórdica de las inconmensurables sopranos wagnerianas, como Astrid Varnay y Birgit Nilsson, las que fueron grandes reinas de Bayreuth. Su agenda ya está marcada por la obra de Wagner. En septiembre y octubre será Freia (‘El oro del Rin’), Ortlinde (‘La valquíria’) y Tercera Norna (‘El crepúsculo de los dioses’), en la tetralogía del ‘Anillo del nibelungo’ que presentará la Royal Opera House Covent Garden, bajo la dirección de Antonio Pappano.

El próximo verano debutará en el gran templo wagneriano de Bayreuth, interpretando Elisabeth en la nueva producción de ‘Tannhäuser’ y en el 2020 será Sieglinde en la ‘Tetralogía’. En el futuro, los papeles de Brünnhilde e Isolde la estarán esperando. Los wagnerianos, esta secta siempre quejosa de que no hay buenas voces para interpretar los exigentes papeles de las obras de Richard Wagner, están de enhorabuena. Y los que no lo son, también. 

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