ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Verónica Echegui: "Reírse de uno mismo es síntoma de inteligencia"

La actriz madrileña se pone a las órdenes de Maria Ripoll en la comedia romántica 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'

Verónica Echegui, en Madrid, durante la presentación de 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'.

Verónica Echegui, en Madrid, durante la presentación de 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'. / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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La Juani de Bigas Luna, la Laia de Iciar Bollain, la Emma de Roberto Pérez Toledo es ahora la Sara de Maria Ripoll. Lo es en la comedia romántica 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas', que este viernes llega a los cines con el objetivo de atraer al público más joven. Verónica Echegui (Madrid, 1983) es Sara, una treinteañera despistada, patosa, acomplejada, sensible y creativa a la que todo le va mal. Su negocio (una tienda de plumas con las que ella misma crea complementos) está de capa caída. Su novio (David Verdaguer) vive a miles de kilómetros, en París. Sus padres (Elvira Mínguez y Jordi Sánchez) están en trámites de divorcio. Su descarada y atractiva hermana pequeña (Alba Galocha) anuncia que se casa. Como las cosas siempre son susceptibles de empeorar, el novio (Álex García) resulta ser el amor platónico de Sara en el instituto, un atractivo (y bonachón) cantante pop que arrasa entre el público femenino.

Basada en la homónima novela superventas de Laura Norton y dirigida por Ripoll ('Ahora o nunca'), 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas' es una película que no engaña a nadie en la que Echegui (escorada habitualmente en el drama) demuestra sus dotes para la comedia.

Usted leyó la novela hace mucho tiempo, antes de saber nada de la adaptación al cine. Me encantó. La juzgué de entrada y pensé que era un producto comercial. Pero me enganchó desde la primera página. La protagonista me recordó a mucha gente que conozco. Me reí. No quería que se acabara y la terminé llorando porque me emocionó.

Va por la edición número 30. Se han vendido 250.000 ejemplares. Habla usted de “producto comercial”. Comercial es una palabra que tiene mala fama, pero uno hace películas o libros para que el público las vea o los lea, ¿no? Totalmente. Es un error que soy la primera en cometer. Las palabras son traicioneras. A mí lo que me interesa es que haya buenas historias que sean comerciales. Que generen comercio, industria. Cuando he dicho eso me refería a que pensaba que el libro sería más tópico, una historia edulcorada. No sé, a lo mejor por esa portada con colores rosas. Pero el título de la novela me encantó. Y el libro, repito, me enganchó y sorprendió. 

Hipocondríaca, patosa, sensible, despistada y muy creativa. Así es Sara. Es todo eso, sí. Lo que más admiro de ella es que, a pesar de las circunstancias, tiene arrojo y valentía.

¿Cree que la película es un retrato generacional de los treinteñaeros? Todos los filmes ubicados en la época actual son un reflejo de la sociedad. Pero no solo estamos los treinteañeros. También los padres de los treinteañeros. Lo bueno de esta comedia es que tiene algo universal. Gente muy diversa se puede sentir identificada con los conflictos que aparecen en la pantalla. Los personajes están muy bien construidos en el guion, son cercanos y reales. Su manera de pensar y funcionar es coherente. Yo, por ejemplo, me río de mi misma. 

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/9\/4\/1478779895449.jpg","author":null,"footer":"Un fotograma de 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas', con Ver\u00f3nica Echegui en primer plano."}}Es algo sano. Mucho. Es algo a lo que he aspirado siempre. Es un síntoma de inteligencia. Y da felicidad.

¿Y de qué más se ríe? De todo. Hablo mucho conmigo misma y me digo: Verónica, qué cosas haces. Soy muy despistada. Pierdo todo. Me pierdo hasta yo misma.

Hace pocos días protagonizó un toples reivindicativo para demandar una aceptación del cuerpo tal y como es. Surgió de manera natural y con la intención de aportar. Fue una reflexión sobre el tiempo que he empleado en mi vida en sentirme insatisfecha o en pensar que me faltan cosas, que no llego, que tengo que estar más guapa, o ser más interesante o más inteligente. Ser mejor actriz o mejor persona. Y creo que ese camino solo lleva a insatisfacción y al dolor. Me gustaría que el mundo en el que vivo trasmitiera otro tipo de valores.

¿Seguimos siendo una sociedad rancia donde a una actriz la valoran por el tamaño de sus pechos? No sé. Yo no hablo de la sociedad ni de los demás sino de mí. Soy actriz y estoy acostumbrada a verme constantemente. Siempre hay opiniones: estás más alta, más delgada, más gorda, más mayor. Siempre estás expuesta y es difícil no darle vueltas. Es importante estar centrado y estar a gusto contigo mismo.

¿Cuánto tiempo le ha costado esa paz interior? Llevo 10 años trabajando como una hormiguita.

¿Tan mal lo había pasado antes? Antes de cumplir los 7 años, era una niña muy feliz y me hacía amiga de todo el mundo.  Derrochaba creatividad. Hablaba con mis manos, por ejemplo. Una profesora me tenía cruzada y un día me sacó de clase y me pegó. Se lo conté a mi madre, que es muy linda y muy comprensiva, y me cambió de colegio. Cuando entré en el nuevo me dije: no hagas nada diferente si quieres tener amigos y que te dejen en paz. Me pasé muchos años queriendo ser alguien que no era. Deshacer todo eso cuesta un trabajo enorme. Fue fundamental un libro, 'El drama del niño dotado'.

Está escribiendo un corto de ficción para homenajear a Bigas Lunas. ¿Lo ha terminado? Estoy en ello. Sigo dándole vueltas. He redactado siete versiones. Pero lo terminaré.