EL PLAN CULTURAL PARA HOY

Últimos días para ver en cine 'Isla de perros', la última joya de Wes Anderson

Es una fábula moral para adultos con elementos de denuncia social

Eduardo de Vicente

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Los cinéfilos muchas veces criticamos que parece que ya no hay innovación ni riesgo en el cine que se ha convertido en una fábrica de remakes, franquicias y sobreexplotación de superhéroes, galaxias o niños magos. Por ello es necesario recomendar una de las mejores películas de la temporada, que está agotando ya sus días en la cartelera y vale la pena recuperarla antes de que desaparezca de nuestras pantallas. Se trata de Isla de perros, la última joya de orfebrería de Wes Anderson, autor de sofisticadas comedias como Moonrise kingdom o El Gran Hotel Budapest, pero también de ese prodigio que es Fantástico Sr. Fox.

Con Isla de perros, ganadora del premio al mejor director en el Festival de Berlín, repite en este género, la animación dirigida esencialmente a los adultos, lejos del infantilismo de la mayoría de personajes Disney y con un mensaje social potente que se esconde entre sus líneas de guion. La acción se ambienta un futuro próximo, cuando una epidemia que afecta a los perros se apodera de Japón. Para evitar que se propague, el alcalde de la ciudad de Megasaki decide confinarlos a todos en una isla cercana que es, en realidad, un inmenso basurero. Pero su pupilo, un valiente niño llamado Atari echa de menos a su mascota y decide ir hasta allí para rescatarla.

Una fábula moral con denuncia

El resultado es una fábula moral en tono de comedia amarga con trasfondo de cine de denuncia rodada en stop-motion (marionetas que se filman movimiento a movimiento como Cavernícola o Wallace y Gromit). Esta opción implica un minucioso trabajo en el que participaron 670 personas y se utilizaron 130.000 fotografías. Un cuento para adultos en el que los héroes, además de los canes, son los niños y los villanos, los mayores.

Es también un homenaje a la cultura nipona y a las películas de maestros japoneses como Akira Kurosawa hasta el punto de que los créditos iniciales son con grafía oriental. La música, otra maravilla de Alexandre Desplat (reciente ganador del Oscar a la mejor banda sonora por La forma del agua y colaborador habitual de Anderson) también rinde tributo a la música de este país. Si hablábamos de la innovación y el riesgo, éste filme los tiene. Los diálogos de los humanos son en japonés (y aparecen casi siempre sin doblar salvo cuando lo hace una traductora simultánea –Frances McDormand, en la versión original-) mientras que los perros hablan en inglés (en castellano, en la versión doblada). Pese a ello que nadie tema porque toda la trama se entiende perfectamente.

Para disfrutarla en su totalidad hay que ir más allá del aparente argumento y tomarlo como una metáfora social con elementos políticos. Habla del totalitarismo, el capitalismo, la limpieza étnica y la lucha contra la opresión justificada con mentiras, la corrupción o cómo generar artificialmente el odio a los diferentes (en este caso, los perros, pero aplicable a otras ideologías, religiones, razas, etcétera). Pero también tiene humor y sensibilidad y puede recordar a la Rebelión en la granja de Orwell.

Un doblaje original repleto de estrellas

Es preferible optar por la versión inglesa, ya que el doblaje ha contado con actores muy importantes: Bryan Cranston (Breaking Bad), Edward Norton, Scarlett Johansson, Harvey Keitel, Jeff Goldblum (Jurassic Park), Greta Gerwig (Lady Bird), F. Murray Abraham (el Salieri de Amadeus), Anjelica Huston, Tilda Swinton (Michael Clayton) o su actor fetiche, Bill Murray, entre otros. Todo un reparto de estrellas que suponen un aliciente suplementario.

Una curiosidad en la que muchos no han caído. Aunque no lo parezca, el título original es un juego de palabras deliberado, ya que "Isle of dogs" tiene una pronunciación muy similar a "I love dogs" (Amo a los perros). Y es que Wes Anderson es como un niño grande al que le gusta jugar con el espectador y también con el vocabulario.