CRÍTICA

'Traición' de Walter Mosley: 'Sinfonía en negro'

En su última novela, 'Traición', el ganador del premio RBA se adapta a los tiempos de la era Trump

Walter Mosley en la concesión del RBA de novela policiaca.

Walter Mosley en la concesión del RBA de novela policiaca. / .44922407

Marta Marne

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Joe King Oliver trata de sobrellevar el día a día con sus demonios a cuestas. Años atrás trabajaba como policía, pero su carrera se vio frustrada por una trampa que acabó con sus huesos en la cárcel. Los tres meses en la celda de aislamiento que pasó en Rikers Island siguen ensombreciendo su presente, y solo la presencia de su hija Aja-Denise parece proporcionarle cierta felicidad. Tras 11 años de su estancia en prisión sigue dedicándose a ayudar a los demás. Pero ahora, fuera de la ley: se ha convertido en investigador privado. Todo cambia cuando obtiene al fin una pista sobre quién le traicionó en el pasado. A su vez, acepta el encargo de demostrar la inocencia de un activista negro acusado de asesinar a dos policías.

El ganador del Premio RBA de Novela Policíaca 2018 nos regala a un nuevo protagonista con el que el escritor deja atrás la costa oeste. La influencia del género negro clásico y de autores como Raymond Chandler es más que evidente, pero la ambientación en una ciudad como Nueva York aporta ciertos toques de diferenciación. Los suburbios, el metro, la variedad racial. En una rueda de prensa de Walter Mosley en Barcelona este mes de septiembreWalter Mosley, el escritor estadounidense remarcaba la artificialidad que supone el invento de la raza blanca como una sola etnia, ya que no existen rasgos culturales que nos unan más allá del color de la piel. Quizá por ello, 'Traición' está poblada de personajes en los que la diversidad sirve para defender — en plena era Trump — que lo que hay detrás del color de la piel son, sin más, seres humanos. Con este argumento por bandera, ataca sin medias tintas la corrupción policial de su país. Los dos casos que investiga en esta novela le llevan una y otra vez a comprender que no hay un solo estamento que se salve de las corruptelas de quienes ansían el poder. Eso nos deja, simple y llanamente, ante un mundo en el que resulta imposible salir victorioso aunque tengas la verdad de tu lado.

Menos es más

King en un momento de la novela describe a uno de los personajes  — Melquarth Frost — como que “no era de los que te contaban nada a menos que fuera absolutamente necesario”, una máxima que resume el estilo de Mosley. Breve y conciso, trabaja con esmero los diálogos para que sean esas voces quienes se dibujen a sí mismas a través de su forma de comunicarse. En los párrafos más descriptivos hace alarde de una estudiada economía de medios para transmitir al máximo con el menor número de palabras posible. Así, describe barrios, avenidas, locales y ambientes con gruesas pinceladas que posicionan al lector sin entorpecer el ritmo de la obra.

La atracción que el lector siente de inmediato por King surge de la imperfección del personaje, de sus errores, del dolor con el que tiene que convivir cada día. Resulta cercano y humano. Un antihéroe que trata de perdonarse a sí mismo. Como contrapunto, la historia se enriquece con la aparición de multitud de secundarios que aportan riqueza a la obra. El broche de oro a esta ambientación lo pone la música jazz que suena de fondo durante toda la obra. Thelonious Monk, Louis Armstrong, Sidney Bechet, Charlie Parker, Dizzy Gillespie. Incluso el nombre del protagonista es un homenaje al mentor del propio Armstrong. Con todos estos elementos, Walter Mosley construye una sinfonía repleta de sonidos, colores y matices, y todo ello con el alma de una novela negra.