Torrents también estaba allí

El fotógrafo catalano-uruguayo también firmó fotografías con los mismos caballos que sirvieron, en la calle de la Diputació, de barricada a los guardias de asalto que posaron para Centelles.

El fotógrafo catalano-uruguayo también firmó fotografías con los mismos caballos que sirvieron, en la calle de la Diputació, de barricada a los guardias de asalto que posaron para Centelles.

ERNEST ALÓS / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Algunos fotógrafos de la generación mítica de la República, como Agustí Centelles, sufrieron el exilio, el ostracismo profesional y un muy tardío reconocimiento de su obra. Otros, perdidos sus archivos en el caos de la derrota, la liquidación de la prensa republicana y el exilio, sufrieron un destino aún peor, el del olvido. Ese fue el caso de Pau-Lluís Torrents (Montevideo, 1893-1966), cuya figura ha sido rescatada después de tres años de investigación por Pablo González Morandi y Andrés Antebi. El fotoperiodista, con sus socios Josep Maria Sagarra y, hasta 1932, Josep Gaspar (un trío bautizado en una ocasión como los tres reyes magos) se situó de 1929 a 1939 entre los fotoperiodistas de primera fila de la prensa barcelonesa. Pero durante años las fotografías del catalano-uruguayo han sido ignoradas o atribuidas a colegas como Centelles, Carlos Pérez de Rozas Masdeu o Josep Maria Sagarra. Imágenes cuya autoría estaría en el alero serían algunas icónicas, como las tres milicianas madrileñas en Huesca, las escenas del 19 de julio en la calle Ample...

«Mi padre siempre se quejaba de que el trabajo de mi abuelo se perdió. Cuando veía la foto de los guardias de asalto y los caballos de Centelles, siempre decía que ellos también habían estado allí y que había fotos suyas», explica Gabriela Torrens (la t se quedó en el exilio), la nieta de Pau-Lluís Torrents, e hija del también fotógrafo Pablo René Torrents. Es cierto que Torrents, ante el tiro de caballos del Ejército abatidos por las balas de la Guardia de Asalto, no acertó a construir una imagen como la que simbolizó la lucha en las calles españolas contra la rebelión militar. Pero también que nada más lejos de la afirmación habitual de que solo un fotógrafo salió a la calle el 19 de julio. Allí estuvieron Torrents, Sagarra, Pérez de Rozas, Gonsanhi, Brangulí... «Nuestra voluntad es dar a conocer a todo un colectivo profesional. Y, con Torrents, a un fotógrafo que era importante. ¿Y quién lo conoce? Nadie», añaden González y Antebi, que entre sus proyectos para el 2014 desde el Observatori de la Vida Quotidiana tienen un libro sobre los fotoperiodistas barceloneses de 1900 a 1939, la web con filosofía wiki reportersgrafics.net y un documental en fase de posproducción (y de completar la financiación) sobre Gaspar, Sagarra y Torrents, además de trabajar en la biografía del gran olvidado Gabriel Casas.

LOS 'REYES MAGOS' / Tras la retirada de Gaspar y la disolución de la sociedad de Torrents y Sagarra, explica Pablo González Morandi, Torrents se quedó con la corresponsalía en Barcelona del grupo madrileño Prensa Gráfica (Crónica, Estampa, Mundo Gráfico) y de medios como el Heraldo de Madrid, mientras su exempleado Centelles desafiaba desde 1934 a los patrones, los veteranos que controlaban el oficio y le cerraban las puertas, algo que nunca olvidaría.

La desaparición del archivo de Torrents podría haber sido una estocada mortal para su memoria. «En enero de 1939 llenó todo un coche de cajas con los negativos en placas de vidrio. Tantas que envió en tren a su mujer y su hijo hasta Figueres. Cuando se encontraron allí les explicó que las había dejado a buen recaudo. Se fue a Francia sin nada», explica su nieta. Rehizo su vida con dos estudios en Buenos Aires y Montevideo y mantuvo el vínculo con la familia Sagarra (su hermana se casó con el que fue su socio) pero nunca volvió ni dijo nada del destino de sus negativos. «Incluso allí había miedo a Franco, y hermetismo», dice su nieta.

Pero hay otro archivo de Torrents, «un archivo trinchado por a historia», explica Pablo González Morandi. Miles de copias con su sello en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (donde fueron a parar los archivos de Prensa Gráfica), en la Biblioteca Nacional (centenares de fotografías de los bombardeos de Barcelona, que Torrents documentó por encargo del Ministerio de Propaganda), en el Arxiu Nacional (en el fondo Sagarra, ya que la autoría de sus fotos fue compartida mientras mantuvieron la sociedad), en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona ( otra vez fotos procedentes de Sagarra-Torrents, pero también imágenes depositadas por los Pérez de Rozas en que consta que el negativo original corresponde a Torrents) y, según los investigadores, también en el archivo Centelles. «Hay fotos que solo publicó en prensa Torrents, con copias firmadas por el, o en las que aparece Centelles... Hay dudas en la autoría, y la posibilidad de que hubiese algún tipo de relación entre ellos», apunta González. El editor fotográfico Joaquín D. Gasca, en cambio, considera mucho más clara la presencia de obra de Joan Andreu Puig Farran en el archivo Centelles que la de Torrents, que en su opinión era utilizado por Centelles para vender fotos en Madrid.

La valoración de Centelles (que le criticaba su rigidez y falta de espontaneidad) también ha pesado sobre la memoria de Torrents. Pero esas fotos, ¿qué fotógrafo muestran? «Tiene muy claro cómo quiere la foto y por qué la hace. Pero era un fotógrafo moderno», opina Teresa Ferré, profesora asociada de la URV.

¿Cuántas fotos atribuidas a otros fotógrafos son de Torrents? ¿Y cuántas firmadas por él son de sus colegas? «Cada fotógrafo era el titular de un diario y firmaba todas las fotos que se publicaban en él», explica Teresa Ferré. Fueran suyas, de sus ayudantes o compradas o canjeadas a los colegas. «Y la cosa se complica aún más durante la guerra civil; sabemos muy poco de cómo funcionaba el famoso pool de fotógrafos», opina Ferré. O los archivos del Comissariat de Propaganda y del propio Servicio de Inteligencia Militar, a cargo de Centelles, y de su caótica destrucción o evacuación.