Los rollistas del Bronx

La serie   The Get Down

La serie The Get Down / periodico

JORDI PUNTI

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Acabo de pasar unos días en el Bronx, verano de 1977. Ciudad sin ley. Bandas callejeras, edificios incendiados, ruinas. Los puertorriqueños y los afroamericanos. El gran apagón de Nueva York, los saqueos de tiendas, las elecciones que auparon a Ed Koch como alcalde... Todo esto aparece en 'The Get Down', la miniserie producida por Netflix que cuenta el nacimiento de la música rap. Con un primer episodio dirigido por Baz Luhrmann, que fija una estética atrevida y caótica, 'The Get Down' es una montaña rusa de aciertos visuales -como el uso de imágenes de archivo- y escenas de una ingenuidad argumental que descoloca. Al final se lo perdonas y te dejas llevar por ese aire de cómic juvenil, un poco esquemático pero entrañable.

El gran acierto de la serie es que recrea ese momento fundacional a partir de los personajes reales, fabulando lo mínimo, y se centra en esa especie de gurú de las discotecas que era Grandmaster Flash y los Fantastic Four, sus secuaces que le llevaron al éxito.  Ellos representan la eclosión del fenómeno contracultural: el DJ, el poeta que escribe rap, el grafitero, el que baila breakdance... Aunque en algún momento se cita a Gil Scott-Heron, y su revolución que no será televisada, quizá se eche de menos la conexión del rapero con los poetas de la calle y los combates de spoken word. No se puede tener todo.

Está previsto que este año 2017 se den a conocer seis capítulos más de la serie. La acción avanzará en el tiempo y nos llevará a la explosión del rap y el hip-hop en los años 80, esa atmósfera que unos años después trajo también la violencia y el gangsta rap. Material para la épica no les falta. Ojalá que abran el objetivo y nos cuenten mejor las rivalidades con los músicos de las otras zonas de Nueva York: Afrika Bambaataa en el sur del Bronx, Kurtis Blow y Fearless Four en Harlem, Public Enemy en Long Island... Y sobre todo The Sugarhill Gang en Nueva Jersey: fue la primera banda de rap que escuché, con su famoso 'Rapper’s Delight', aunque entonces todavía se traducían los títulos y se llamó 'El gozo del rollista'. Sí, aquello de "Aserejé, ja, dejé, dejebe tu dejebere", etcétera.