CRÓNICA

Delicada aproximación a Stefan Zweig

El montaje de Sergi Belbel de la obra de Antonio Tabares sobre las últimas horas del escritor cautiva a la Beckett

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CÉSAR LÓPEZ ROSELL

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Los fervorosos lectores del autor de 'Carta de una desconocida' tienen sobrados motivos para acudir estos días a la Beckett. El estreno de 'Una hora en la vida de Stefan Zweig', del dramaturgo canario Antonio Tabares, ofrece en bandeja la oportunidad de bucear en el pensamiento del influyente escritor austriaco a partir de la recreación de los últimos momentos de su existencia. Sergi Belbel dirige con armoniosa sensibilidad este exquisito montaje de Excéntrica Producciones de Sevilla.

Razón y sentimiento se conjugan en este texto lleno de delicado intimismo. La puesta en escena hace que el espectador, rodeando el escenario, se sumerja en la acción dramática percibiéndola tan cercana como los propios protagonistas. El perfil de los personajes, que se mueven con elegante naturalidad en la minimalista escenografía de Max Glaenzel, contribuye a subrayar la sobrecogedora atmósfera del trágico pero nada morboso relato.

PREPARANDO EL SUICIDIO

La acción se desarrolla en el interior de la casa de Petrópolis (Brasil) que fue el último destino del largo exilio del escritor, el 22 de febrero de 1942. Zweig (Roberto Quintana, casi un clon del autor) prepara meticulosamente su suicidio. Las cartas que aclaran su decisión y las que aluden a su descontento por el naufragio de su ideal europeo bajo la horda nazi, están listas. Su segunda esposa, Lotte (conmovedora Celia Vioque), lee la misiva de despedida que dejará en la mesa de su despacho y decide, por amor, acompañar en el último viaje al desesperado intelectual.

La tensa calma se rompe con la aparición de un inoportuno visitante, Fridman (estupendo Gregor Acuña), recién llegado de Europa. ¿Quién es este extraño individuo que viene recomendado por el compositor Richard Strauss? ¿Es judío o un espía del régimen nazi? ¿Es creíble su obsesión por una lámina de William Blake que perteneció a Zweig? Tabares aprovecha la irrupción de este personaje para poner en cuestión la decisión del suicidio y apelar a la responsabilidad del autor ante sus lectores. Es una de las muchas cuestiones que se suscitan en este intenso montaje, cuya trama mantiene en vilo al espectador con una atmósfera perfectamente conseguida. Y un apunte más: tanto si han leído a Zweig como si no, saldrán del teatro con ganas de profundizar en su obra. No se lo pierdan . 

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