'Que Dios nos perdone' sacude San Sebastián

El 'indie' Rodrigo Sorogoyen aprueba con nota su salto el cine 'major' con un potente 'thriller' policiaco que habla de las miserias de la sociedad

Rodrigo Sorogoyen (segundo por la derecha), junto a los actores de 'Que Dios nos perdone': María Ballesteros, Antonio de la Torre y Roberto Álamo (con gorra), en San Sebastián.

Rodrigo Sorogoyen (segundo por la derecha), junto a los actores de 'Que Dios nos perdone': María Ballesteros, Antonio de la Torre y Roberto Álamo (con gorra), en San Sebastián. / periodico

OLGA PEREDA / SAN SEBASTIÁN

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Rodrigo Sorogoyen no ganó un duro con 'Stockholm', rodada con dinero que le prestaron amigos, familiares y pequeños mecenas vía 'crowdfunding'. No hubo beneficio económico, de acuerdo. Sin embargo, la película no ha podido ser más rentable. La pequeña y humilde 'Stockholm' es lo que ha permitido que el joven director y guionista madrileño pise hoy el festival de San Sebastián mirando de tú a tú a todos sus competidores de la sección oficial. Lo ha hecho de la mano de 'Que Dios nos perdone', tenso 'thriller' policíaco que le convierte en un cineasta a seguir de cerca. Se estrena en octubre distribuida por la 'major' Warner y, seguro, estará entre las favoritas a los premios Goya.

'Stockholm' se proyectó en el 2013 en el festival de Málaga, cuyo comité seleccionador la incluyó con valentía en su sección más noble. Salió del certamen con tres premios (dirección, guión y actriz). Gerardo Herrero, uno de los productores con más músculo de la industria, la vio y llamó al director. ¿Tienes algún guion en el cajón?, le preguntó. Por suerte, Sorogoyen pudo decir que sí. Hacía tiempo que había escrito -junto con su coguionista, Isabel Peña- la historia de dos controvertidos policías que persiguen en un Madrid de pesadilla a un asesino en serie. La febril búsqueda tiene lugar en caluroso agosto del 2011, con el movimiento 15-M tomando las calles de una ciudad que, en ese momento, está invadida por el millón de personas que acudieron a ver al Papa Benedicto XVI.

UN AÑO EN DECIDIRSE

El productor leyó el guion y soltó la palabra mágica: adelante. Y a lo grande. Nada de 'crowfunding'. Roberto Álamo aceptó el reto de convertirse en un policía violento, charlatán y con una tremenda zona oscura. Antonio de la Torre tardó un año en decidirse. Su papel es complicado porque corría el riesgo de caer en el ridículo. Se trata de un disciplinado y concienzudo agente de Científica, pero tímido y tartamudo. Y con una zona oscura, si cabe, más grande que la de su compañero. El actor malagueño, finalmente, habló con el responsable de la Federación española de tartamudos, contratado por los productores como asesor. Ahí fue cuando De la Torre dijo las otras palabras mágicas: sí, quiero.

La tartamudez [Sorogoyen y Peña tenía un jefe tartamudo cuando escribían la serie 'La pecera de Eva'] le da al personaje una vulnerabilidad que se contrapone con la chulería del agente encarnado por Álamo. Ambos agentes son controvertidos. Los guionistas les han dotado de humanidad. Sin embargo, condenarlos  o salvarlos es cuestión del espectador.  "Nosotros, como cineastas, no juzgamos. Y, además, intentamos no reducirles a una sola palabra o adjetivo". Ambos comenten actos deleznables. El espectador puede odiarles y, por supuesto, amar la película.

¿Por qué apostar por el 'thriller'? Varios son los motivos. Primero, Sorogoyen ha crecido viendo ese tipo de películas y las ama. Segundo, se trata de un género comercial (básico para que cualquier productor te compre un guion) y, tercero, la historia da pie para analizar los "recovecos del alma humana". "Perdón por la pedantería, pero es así", explica el joven director. 

MUCHO MÁS QUE UN 'THRILLER'

La película, efectivamente, es mucho más que un 'thriller' policíaco. Es una película que habla de política, del enfado de la gente de la calle, de la religión, de cómo un país aconfesional se vuelve religioso por la visita del Papa. "Yo vivía en la calle Montera (al lado de la Puerta del Sol) y ese verano fui testigo de cómo las autoridades políticas no dejaban a los miembros del 15-M acampar en la calle. Había hostias de la policía constantemente. Sin embargo, se permitió que un millón y medio de personas vinieran a la ciudad por la visita de Ratzinger. ¿Pero no se supone que nuestro Estado es aconfesional? ¿Por qué tenemos que pagar con nuestros impuestos la visita de todos esos religiosos?", protesta el cineasta.

'Que Dios nos perdone' confirma que Sorogoyen no solo sabe dónde poner las cámaras sino que tiene algo que contar, y eso es algo que no encontramos en todas las películas. Incluso, en las que compiten en los festivales. Junto con 'El hombre de las mil caras'de Alberto Rodríguez; y 'Tarde para la ira', de Raúl Arévalo, conforma el triunvirato de los próximos premios Goya. Películas que son pura fibra. Ni gota de grasa.