CRÓNICA DE CONCIERTO

Sopa de Cabra, de Zeleste a Razzmatazz

El grupo de Girona celebró 30 años años de carrera con un enérgico 'grandes éxitos' en la sala donde grabó el clásico 'Ben endins'

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Actuar en Razzmatazz, este viernes, invitó a Sopa de Cabra a ejercitar la memoria. Ahí es donde en 1990 el grupo de Girona presentó ‘La roda’, donde grabó luego ‘Ben endins’ y donde se despidió con ‘Bona nit, malparits!’. “El santuari del rock’n’roll!”, exclamó Gerard Quintana, un poco tocado por la suave nostalgia, a quien el lugar le hizo pensar en un ausente. “Aquí, més que a un altre lloc, es troba a faltar el Joan”, apuntó recordando al desaparecido guitarrista original Joan Cardona, ‘Ninyín’.

Pero Sopa venció la melancolía en un recorrido de dos horas esencialmente rockero, con más guitarra eléctrica que acústica. Acudiendo al cancionero de sus inicios, aunque un poco menos que la semana pasada en Londres, y priorizando el ‘grandes éxitos’ de todas sus épocas. Así, entraron en escena estimables piezas de su, digamos, última etapa clásica (1998-2000), ‘Instants del temps’ y ‘Els teus somnis’, que convivieron con las lejanas ‘Bloquejats’ o ‘Tot queda igual’. Solo un par de citas a su disco de este año, ‘Cercles’.

CRUCE DE GENERACIONES

Sala a rebosar, entradas agotadas desde hacía días, en esta segunda cita de la gira ’30 Anys, 3 ciutats’, que les llevará la semana que viene a Madrid y que traerá cola con nuevos compromisos en el 2017. Público de edades mezcladas que se vació al cantar con la banda ‘Si et quedes amb mi’ (“aquí la vam tocar per primera vegada i jo vaig fer una gran cagada, ningú no se’n recorda, no?”, suspiró Quintana), ‘El carrer dels torrats’ y ‘El far del sud’. En el reggae político de ‘Guerra’ se sumó la guitarra de Xarim Aresté.

mucho rock’n’roll con vistas a los viejos tiempos en ‘No vull canviar de pell’ y la fusión de ‘No tinguis pressa’ y ‘Sota una estrella’, con inflexiones ‘stonianas’ de las guitarras de Josep Thió y Peck Soler, arropadas con corpulencia por el teclado de Ricard Sohn. Hitos de ayer y anteayer con espacio para el medio tiempo intenso (‘Mala sang’, de su disco de anticlímax ‘Al·lucinosi’, de 1994) y rumbo a los ilusionantes ‘Camins’, que cerraron el ‘set’.

Esta versión de Sopa tiende la mano a sus canciones más remotas y atolondradas, como en ese rocanrolero tándem de ‘Blujins’ con ‘El sexo (que me hace feliz)’, su principal clásico en castellano, apartado generalmente de sus repertorios de madurez y voceado con toda alegría por la concurrencia, “por delante y por detrás”. Tiempo de ‘hits’ incontestables, con ‘El boig de la ciutat’, ‘Mai trobaràs’ y un viaje a ‘L’Empordà’ en la que Quintana bromeó al simular disponerse a bailar una sardana. Al fin y al cabo, se trata de la 'Santa espina' del 'rock català'.