Soderbergh dirige un 'thriller' pandémico

Las películas que se incorporan hoy a la cartelera funcionan a modo de mapa de las relaciones humanas, y a la vez nos permiten clasificarlas en función del escenario y la escala que las delimitan. La escala de Contagio, por ejemplo, es nada menos que mundial. La nueva película de Steven Soderbergh es un thriller pandémico en el que todo se propaga de forma vírica, principalmente una infección desbocada que amenaza con barrer el planeta pero también el temor, la información, los rumores y el pánico. A medida que el virus se extiende, Soderbergh nos previene: nadie, jamás, debería tocar nada o a nadie. Solo así estamos a salvo. No es difícil imaginar un mundo así, puesto que en nuestra cultura global las relaciones se trasladan cada vez más al ámbito virtual. Pero Contagio también recela de internet: el pánico incitado por Facebook y Twitter puede llegar a ser peor que el causado por los microbios.

Al parecer las redes sociales son el nuevo enemigo. Por ejemplo, Jaume Balagueró admite que Mientras duermes es «una crítica a la violación de la intimidad, que puede suceder con las cámaras, con Twitter, o con Facebook». Su película, en todo caso, transcurre en el terreno de las relaciones vecinales. Y lo cierto es que lleva a cabo un diagnóstico aterrador a través de César (Luis Tosar), portero de un edificio modernista de Barcelona. Los residentes de la finca ni siquiera reconocen su presencia cada vez que les abre la puerta. Pero él sí se fija en ellos. Vigila sus movimientos, sus hábitos, y tiene un deseo secreto: hacer que todos ellos sean tan infelices como él.

Penetremos ahora en el ámbito doméstico. Another year nos muestra un año en la vida de una pareja feliz y de sus amigos miserablemente solos. El recorrido es divertido, o doloroso, o feliz, o violento. Es decir, como la vida misma. El director Mike Leigh parece usar su retrato para preguntarse, ¿por qué algunas personas parecen tener un suministro aparentemente inagotable de felicidad mientras otros son incapaces de disfrutar siquiera de la más nimia porción? ¿Es la felicidad obtenida a fuerza de méritos o bien otorgada por los oscuros designios de la suerte? Especialmente en los tiempos que corren, sería un detalle que alguien nos soplara las respuestas.

Las acacias, retrato del sigiloso nacimiento de un romance, sucede mayormente en la estrecha cabina de un oxidado camión. Su dueño ha accedido a que una mujer lo acompañe mientras transporta troncos desde el bosque paraguayo hasta Buenos Aires. Que ella lleve consigo a su recién nacido, un bebé obscenamente mono, inicialmente le parece una idea horrible, pero a medida que la criatura empiece a observarle con adorable mirada, hombre y mujer bajarán la guardia, intercambiando miradas furtivas, palabras cada vez más afables y mucho lenguaje corporal. No es la única historia sobre relaciones amorosas presente en este repaso: One day rastrea los destinos entrecruzados de dos personas desde 1988, cuando solo son licenciados universitarios felizmente borrachos, hasta un punto cercano al presente, ya en su mediana edad. La gracia de la película es que toda la acción -- empiezan la amistad, se acuestan, se enamoran, discuten, se separan, se reúnen, etcétera— sucede exclusivamente cada 15 de julio. ¿Por qué? Misterio.

Por último, hablemos de la relación humana más íntima posible: la que mantenemos con nosotros mismos o, más concretamente, la que Taylor Lautner, el maniquí forzudo de mirada muerta famoso gracias a la saga Crepúsculo, mantiene con su propia imagen. Como demuestra en su nueva película, Sin salida -sobre un chaval cuya vida da un vuelco cuando encuentra una foto de sí mismo en una página web sobre niños secuestrados-, su modelo parece ser el joven Arnold Schwarzenegger: bíceps sobresalientes, gama emocional escueta, habla incomprensible. El futuro de Lautner como héroe de acción, pasa por lograr que las quinceañeras vayan al cine a ver tiroteos y explosiones.