Sánchez Ferlosio ordena sus papeles

Rafael Sánchez Ferlosio, en Madrid, donde ha presentado su último libro.

Rafael Sánchez Ferlosio, en Madrid, donde ha presentado su último libro. / periodico

OLGA PEREDA

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Rafael Sánchez Ferlosio publicó en 1955 un libro formidable, esencial en la posguerra: 'El Jarama', novela realista con la que obtuvo el premio Nadal. Incapaz de digerir el éxito y huyendo del "grotesco papel de literato", el autodidacta escritor se refugió en su casa y se dedicó durante 15 años a estudiar gramática. Lo hizo enganchado a las anfetaminas y a la "irresistible sugestión teórica" del autor Karl Bühler. El resultado fueron decenas de miles páginas de apuntes, "probablemente crípticos hasta para el mejor y más voluntarioso entendedor". Era capaz de dedicar un día entero a una sola frase.

Ahora, de la mano de Debate, esos papeles han sido ordenados, revisados y editados bajo la batuta del crítico Ignacio Echevarría. El primer volumen (de un total de cuatro) acaba de salir a calle con el irónico título de 'Altos estudios eclesiásticos'. Ahí va la explicación, a cargo del autor: cuando un clérigo da lugar a algún escándalo, la discretísima Iglesia católica lo retira rápidamente de la circulación. "Al que pregunta por él, se le contesta: oh, el padre Ramoneda se ha recogido para dedicarse a altos estudios eclesiásticos". Él también se recogió, sí. Pero para estudiar la gramática.

RODEADO DE ESCRITORES

A sus 88 años, el más audaz explorador de las palabras y del lenguaje se presenta en la Fundación Telefónica de Madrid para hablar de su libro –y de mil cosas más– ante un grupo de periodistas y escritores, como Andrés Trapiello, Manuel Vicent, Félix de Azúa y Belén Gopegui. Tras sufrir el odioso momento de las fotos, se quita su sombrero, deja su bastón en el suelo y se sienta a la mesa no sin antes gritar que alguien le quite las pastas y la jarra de té. "Tengo que poner mis chuletas", dice tras desplegar un cúmulo de hojas escritas a mano con las que poder hilar su discurso. También saca su libro, perfectamente subrayado en rojo. Y su lupa, para poder leer más fácilmente algunos párrafos. En ningún momento suena su móvil, que permanece colgado al cuello, junto a sus gafas de lectura. Esta vez no le acompaña su nieta, a la que adora y con la que se le puede ver desayunando cualquier día en una cafetería del barrio de Prosperidad. Con su café y sus periódicos. Lee varios al día. Nacionales y extranjeros.

HIJO DE UN FALANGISTA

El consagrado autor –hijo de uno de los fundadores de Falange, Rafael Sánchez Mazas, en cuya peripecia vital se inspiró Javier Cercas para 'Soldados de Salamina'– se sienta al lado de Tomás Pollán, carismático profesor universitario cuya amistad con Sánchez Ferlosio se remonta al año 77, cuando coincidieron en la tertulia literaria de Agustín García Calvo. Desde entonces, estos dos cerebros siguen compartiendo ideas y debatiéndolas.

Con la conversación entre Sánchez Ferlosio y Pollán el auditorio se llena de gramática, etimología de las palabras, arte, religión, filosofía… También hay hueco para el humor, como cuando el autor de 'Industrias y andanzas de Alfanhuí' (1951) afirma que, en el colegio, los jesuitas les decían que un solo acto impuro condenaba de por vida a los niños. "Nos lo decían para que no nos tocáramos la pilila", suelta el ensayista, que en sus tiempos mozos fue un mal estudiante y, aunque se llegó a matricular en varias carreras, su máximo título académico es el de Bachiller. Malhumorado pero "buena persona", irónico y erudito, el autor no se tiene a sí mismo por profesional de nada. Sin embargo, es venerado por todos. Fue galardonado en el 2004 con el Premio Cervantes. Cinco años más tarde conquistó el Premio Nacional de las Letras. Es, según un veredicto unánime, el mejor prosista español del siglo XX.