Apunte

Salvador Espriu y el tiempo detenido

JOSEP MARIA POU

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El pasado miércoles el Palau de la Música Catalana se llenó de Salvador Espriu.Siendocap i casalde la música se transformó, por unas horas, encap i casal de la poesía. (Escribo y pienso en la evidente redundancia: siempre es música la poesía. Cabe, empero, la pregunta contraria: ¿la música es siempre poesía? Que cada uno busque su respuesta. Yo pienso enLeonard Cohen, enBill Evans,enMozarty hasta en los Beatles, y doy fácilmente con la mía). Allí nos encontramos todos, poetas, actores, actrices, cantantes, músicos, políticos y público, al servicio de la palabra (hem viscut per salvar-vos els mots), en una cita parecida a la que hace exactamente un año, día por día, hora por hora, se celebraba en el mismo Palau homenajeando aSagarra. Está claro que la poesía, como los turrones, una vez al año no hace daño. Y el 23-E es fecha tan buena como cualquier otra (mejor en cualquier caso, que el 23-F) para detener el mundo y jugar a creernos buenos, cultos, sabios y honrados, del brazo del poeta. Tiempo habrá de volver a las andadas.

El acto del miércoles en el Palau transcurrió según lo previsto. Incluso en el momento de la intervención de los políticos. Ninguna sorpresa. Todo controlado. Las 1.700 personas que ocupaban otras tantas butacas pasaron del recogimiento a la exaltación, a golpe de poema y parlamento. Mientras, entre bastidores, músicos, actores y poetas compartíamos nervios, emoción y bulle-bulle. Mariposas en el estómago, decían los más finos. Cosquillas en el bajo vientre, los prosaicos. Sentido de la responsabilidad, asumíamos todos. Pero nunca miedo. No se puede salir a un escenario con miedo. Había tensión (el ánimo tenso, la razón atenta) siguiendo la actuación de los compañeros. Gestos de aprobación y sonrisas cómplices recibían a quienes volvían del escenario, cumplida la tarea. Pero si hubo un momento en el que todos contuvimos el aliento y nos cogimos emocionados, fue durante la actuación de Sílvia Perez Cruz yToti Soler.Vi lágrimas en algunos ojos. La voz de Sílvia, como suspendida en el aire, volaba del suspiro al alarido, y al canto en caída libre.Sílvia yToti, borrachos de Espriu y deRaimonhe mirat aquesta terra»), cosían filigrana a filigrana. Y el tiempo se detuvo. Y el Palau fue más Palau que nunca. Y nosotros más nosotros que nunca.

Luego, al salir, cada uno cargaba con su Espriucomo yo con el mío: «que no sigui decebuda la nostra esperança / que no sigui escarnida la nostra confiança».