Ideas

Sagarra por su carril

JAUME SUBIRANA

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Ayer hizo 50 años de la muerte de Josep Maria de Sagarra, nombre de primera fila de las letras catalanas del siglo XX. Pero la primera fila de un siglo en el que coinciden Maragall, Carner, Riba, Foix, Pla, Rodoreda, Villalonga, Fuster y otros es muy larga, y la sala en la que celebramos la literatura catalana tiene una extraña forma de embudo, con mala visibilidad por las bandas. Quiero decir que a pesar de la cuarentena de obras de teatro, la docena de libros de poesía, las extraordinarias versiones de la Divina Comèdia y de casi todo Shakespeare, pese a sus impresionantes y divertidas Memòries, de Vida privada y los cientos de artículos periodísticos ahora reunidos en varios libros, Sagarra sigue siendo un poco un sí pero no en la lista de indiscutibles. Hay quien le reprocha la ligereza, que fuera aristócrata, la felicidad o que no entrase en política. De hecho, a menudo tienes la impresión de que lo que no se le acaba de perdonar son más bien dos virtudes que la gente de esta tierra sabemos muy bien cómo cocinar para que acaben resultando amargas: la facilidad y el éxito. Sagarra se lee, es cierto, con una aparente facilidad (en arte, sin embargo, nada fácil es sencillo), y podemos decir sin duda que forma parte (con Verdaguer, Maragall, Espriu o más recientemente Martí i Pol) de la corta lista de escritores enormemente populares en vida. Pasado medio siglo lean Cançó de pluja, La balada de Luard el mariner o Aiguamarina y verán que a veces el público no se equivoca.

Ahora que en Catalunya hemos convertido casi todas las carreteras (las que lo necesitaban y las que no) en vías de dos y tres carriles, iría bien que dejasen tranquilo el alquitrán y aplicasen el criterio de las obras públicas a la literatura: que igual que camiones, descapotables, híbridos y familiares comparten carretera sin sacarse del camino, autores diferentes y divergentes pudiesen hacer tranquilos y en la misma dirección la ruta azul de la historia de la literatura, sin invasiones de carril, atascos y peajes.