ENTREVISTA

Ron Perlman: "Soy un grandullón de lágrima fácil"

El actor de 'Hellboy' e 'Hijos de la anarquía' ha visitado Sitges para recoger una Màquina del Temps y presentar el thriller 'Asher'

festival cinema sitges  ron perlman

festival cinema sitges ron perlman / periodico

Juan Manuel Freire

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Ron Perlman (Nueva York, 1950), actor de imponente físico, habitual del cine de Annaud, Jeunet y, sobre todo, Del Toro (seis películas y una serie por ahora), ha visitado el festival de Sitges para recoger una merecida Màquina del Temps. De paso, ha aprovechado para presentar 'Asher', thriller crepuscular producido por él mismo que llegará próximamente a nuestros cines.

Últimamente produce películas y series que usted mismo protagoniza. En lugar de esperar a que lleguen propuestas interesantes, usted mismo se las crea.

En mi caso, la idea de producir tiene que ver, sobre todo, con mi amor por el cine. Ya he producido una decena de películas, pero solo salgo en un tercio. En el caso de 'Asher', supe del proyecto porque me ofrecían salir en ella. Coincidió con el momento en que estábamos abriendo mi productora y decidimos poner dinero. Si produzco es sobre todo por amor a las películas. Me encanta un cierto tipo de películas muy celebrado hace 30, 40 años, pero más difícil de localizar ahora en una sala.

Supongo que se refiere a aquellos 'thrillers' adultos, de presupuesto medio, tan habituales entre los 70 y los 90. 'Asher' remite a esa idea.

Echo de menos esas películas. Todos las echamos de menos.

El personaje titular del filme, un sicario enamorado, se basa en una combinación habitual en sus papeles: la del peligro con la ternura.

Me atrae la yuxtaposición de elementos que, a primera vista, no parecen hechos para coexistir. Pero el ser humano es así de complicado. La gente está llena de contradicciones, y los personajes más interesantes suelen tenerlas, también. 

Dicen que su especialidad es el 'tipo duro', pero en su caso esa etiqueta es algo simplificadora.

Soy un grandullón de lágrima fácil. Eso se refleja en mis papeles. Personajes como Vincent [de la serie de los 80 'La Bella y la Bestia'] y Hellboy saben lo que significa sentirse indefenso, alejado del mundo, y usan su físico para ayudar a personas que, como ellos, no acaban de encajar y ni siquiera saben cómo defenderse. 

Ha hecho muchos papeles bajo densas capas de maquillaje. ¿Algo así dificulta la actuación, o, al contrario, resulta liberador?

Suelo recordar que, cuando empecé como actor, me sentía muy incómodo siendo Ron Perlman. No me gustaba cómo era. No me veía guapo. Creía que había algo monstruoso en mí. Llevar esas máscaras –algo que separaba a este humano inaceptable del personaje que interpretaba– me dio libertad a la hora de actuar. Cuando superé los 40, 50, empecé a sentirme más cómodo en mi propia piel y a necesitar la máscara menos y menos, hasta el punto de llegar a ser un engorro. Estaba más cómodo sin ese muro entre el público y yo.

La serie ‘Hijos de la anarquía’ debió ser un desafío: no llevaba máscara, tenía mucho protagonismo en ella… Y había escenas intensas.

Sí, es un ejemplo clave de mi última época como actor. Fue mi primer trabajo después de 'Hellboy II: El ejército dorado'. Marcaba un punto y aparte; el comienzo de un nuevo episodio en mi evolución.

"Creía que había algo monstruoso en mí. Llevar máscaras me dio libertad a la hora de actuar"

¿Está viendo 'Mayans M.C.', el nuevo 'spin-off' de 'Hijos de la anarquía'?

No, no la estoy viendo. No veo mucha televisión. Solo veo las noticias. Soy un freak de las noticias.

Otro papel importante de su época sin máscaras es Nino, el gánster judío de 'Drive'. Al parecer, se puso muy pesado para que se lo dieran...

Bueno, pero es que, salvando Ryan Gosling, toda la gente que sale en 'Drive' está ahí porque lo suplicó. Todo el mundo quería rodar con este director cada vez más conocido, director de una trilogía de culto ('Pusher'), que había conseguido que Tom Hardy se convirtiera en una sensación de la noche a la mañana con 'Bronson'... En mi caso tenía todo el sentido. Porque el personaje de Nino, un gánster judío de Queens, que para hacerse el importante se ha creado una personalidad italiana y va por la vida como si estuviera en 'Uno de los nuestros', era alguien muy cercano a mí.

¿En qué sentido?

Yo también era un pobre chico judío de Nueva York que siempre había querido ser italiano. Pensaba que, siendo italiano, tendría el respeto de todos automáticamente. Así se lo conté a Nicolas [Winding Refn; director de 'Drive'] en nuestro primer encuentro: "Yo conozco a este tipo, Nino. Lo conozco muy bien". Tras muchas conversaciones logré que me diera el papel. "Si tanto quieres esto, ¿quién soy yo para negártelo?", me dijo. Y fue un poco igual para Albert Brooks, Carey Mulligan, u Oscar Isaac. Todos los actores hicieron campaña para estar ahí.

Desde hace muchos años trabaja regularmente como doblador de animación y videojuegos. Su Slade de 'Teen Titans' era brillante.

Para mí es tan serio como cualquier trabajo de interpretación. Lo mejor es que no hay ensayos. Entras y actúas; no planeas mucho de antemano. Es muy instintivo, muy primitivo.

Va a ser el Almirante de la película basada en los videojuegos 'Monster Hunter'. ¿Está excitado con ello?

La gente dice que debería estarlo. Lo que más me apetece es trabajar con Tony Jaa, mi hermano pequeño tailandés.