CRÓNICA
Rodrigo Leão, 25 años de fantasía
El músico portugués, cofundador de Madredeus, emocionó en el teatro Victoria con el majestuoso recorrido a su trayectoria en solitario
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Rodrigo Leão podría haber seguido, 25 años atrás, montado en la caravana próspera de Madredeus, pero lo que a veces distingue a un artista es su capacidad de forzar la realidad y seguir sus instintos. De eso va su singladura en solitario, de convertir en proyectos tangibles músicas que solo estaban en su imaginación, canciones para películas reales o inventadas como las que ofreció este miércoles en el teatro Victoria.
Hacía ocho años que Leão no actuaba en Barcelona y reapareció así con aires antológicos, repasando una carrera individual rica en matices y estados anímicos, con escenas para la evocación y ritmos mundanos, introspección y sentido de la teatralidad. Un estreno internacional de gira afín al doble disco, recién publicado, ‘O aniversário’, que comenzó a andar con la melancolía de ‘La fête’, dominada por las cuerdas, y que pronto acogió a la primera de tres voces femeninas, la de Ana Vieira, pulcra y conmovedora en ‘Via tão estranha’ y ‘A corda’.
De lo lírico a lo popular
Sensible sin ser sensiblero, el repertorio fluyó envolviendo el teatro con su poder insinuante, combinando las filigranas del violín y los sombreados del trombón con las muy discretas tramas electrónicas del mismo Leão, situado con el sintetizador a un extremo del escenario. Las miradas se centraron en las cantantes, y la segunda en desfilar fue Selma Uamusse, voz apta para registros profundos como los de ‘Melancolia’, realzando todo su misterio. Leão dedicó esta pieza a Mónica Naranjo (que semanas atrás en Facebook aseguró ser “muy fan” del portugués) y presentó ‘O pastor’ como la composición “de un grupo que continuaremos admirando mucho y que se llama Madredeus”. Elegancia por encima de todo.
Vieira y Uamusse se compenetraron luego en la majestuosa ‘A casa’ y en el vals ‘The long run’, y el espectro vocal se hizo aún más amplio cuando entró en escena Ângela Silva para recuperar las composiciones de los primeros discos, cuando Leão trabajaba con cantantes líricas. Silva se abrió paso como una deidad en ‘Imortal’ y dirigió audaces duetos con Uamusse en ‘Carpe diem’ y ‘Ave mundi’.
La música de Leão alternó así severidad y calidez, el distanciamiento catedralicio de ‘Ascensão’ y las sacudidas emocionales suministradas en el tramo final por ‘Lonely carousel’ (con Ana Vieira reviviendo el dramatismo de la toma original que grabó Beth Gibbons, de Portishead) y la tanguera ‘Pasión’, descendiendo ahí hasta las cotas arrabaleras sin perder la distinción. Clímax del viaje en el tiempo, de esos 25 años de fantasías felizmente consumadas.
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