'Retrotopía', en libro póstumo de Zygmunt Bauman
El teórico muerto el pasado mes de enero dedicó su último libro a distintas formas de nostalgia que han sustitudio a las utopías
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
ERNEST ALÓS / BARCELONA
Solo unos días después de la muerte del teórico social Zygmunt Bauman el pasado mes de enero apareció publicado en el Reino Unido su último ensayo, ‘Retrotopía’, un análisis de cómo la nostalgia de un pasado percibido como más seguro ha desplazado a las utopías de cualquier tipo que creían en un futuro mejor. Un libro que llegó in extremis antes de Sant Jordi a las librerías en castellano y catalán, editado por Paidós y Arcàdia.
Bauman toma prestadas en su libro póstumo las palabras de la profesora de Harvard Svetlana Boyn, según la cual “el siglo XX empezó como una utopía futurista y concluyó sumido en la nostalgia”, aquejado por “una epidemia global de nostalgia, un anhelo afectivo de una comunidad dotada de una memoria colectiva, un ansia de continuidad en un mundo fragmentado”. Según Bauman, de la negación de la utopía surgen las “retrotopías, que son mundos ideales ubicados en un pasado perdido/robado/abandonado que, aun así, se ha resistido a morir, y no en ese futuro todavía por nacer (y, por lo tanto, inexistente) al que estaba ligada la utopía”.
La relegación del sueño utópico no es extraña, argumenta Bauman, cuando el futuro ha pasado a ser “un escenario de pesadillas: el terror a perder el trabajo y el estatus social asociado a este, el terror a que nos confisquen el hogar y el resto de nuestros bienes y enseres, el terror a contemplar impotentes cómo nuestros hijos caen sin remedio por la espiral descendente de la pérdida de bienestar y prestigio”.
¿Y la alternativa? La “rehabilitación del modelo tribal de comunidad” (división entre ellos y nosotros, inferioridad inherente a los primeros, terreno abonado para los “políticos del odio” como Donald Trump), “la vuelta al concepto de un yo primordial/inmaculado” (la narcisista ideología del ‘wellness’) y el abandono total del concepto de “orden civilizado” asumiendo sin más la desigualdad. No, más allá de Trump, o de la renta básica como alternativa, o de las numerosas y explícitas a otros autores de un Bauman quizá escamado por algunas acusaciones recientes de, cuanto menos, citas sin la atribución debida, no hay ejemplos concretos que puedan dar pie a polémicas locales. Aunque entre los citados estén clásicos del discurso contra el nacionalismo como Gellner o Hobsbawm.
En el epílogo, Bauman no ve muchas esperanzas, pero se niega a dejar de mirar al futuro: “Los habitantes humanos de la Tierra nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común”.
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